Historia de Villapalacios. Temas

La increíble historia de la familia que emigró en 1913 a Argentina con ocho hijos, huyendo de la guerra

Demetrio Parra y Anastasia Martínez viajaron desde Villapalacios (Albacete) a América para evitar que los seis varones murieran en el frente de Marruecos

 

 

Por José Ángel Montañés, 23 de noviembre de 2022 (actualizada el 2 de diciembre de 2022)

 

 

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La familia Parra Martínez casi al completo, sobre el año 1926, cuando se habían instalado a vivir en Tartagal, ciudad de la provincia argentina de Salta. Alrededor de la mesa pueden verse, de izquierda a derecha: Julio Damián, Joaquín, y Rogelio. Al fondo, los padres, Vicenta Anastasia Martínez y Demetrio Parra. A su izquierda, Antonio, Hipólito, Ignacio, Florencio y Ángeles. Faltan Tomasa, fallecida, y la hija mayor, María Francisca, que, tras casarse, vivía en la capital de la provincia. / FOTO ARCHIVO FAMILIA PARRA MARTÍNEZ.

 

punto rojo La historia está llena de historias increíbles, que podrían ser el argumento de una novela o el guion de una película de aventuras; unas historias que surgen cuando menos las esperas y que te hacen vibrar como no podrías pensar por ser un ejemplo de arrojo, decisión y valentía inimaginables.

Es lo que ha pasado con la de Demetrio Parra y Vicenta Anastasia Martínez, un matrimonio de Villapalacios y sus ocho hijos, protagonistas de una historia increíble que muestra, de entrada, el amor que pueden sentir unos padres por sus hijos, que los lleva a abandonar el lugar donde habían nacido y vivido toda su vida, dejando atrás al resto de la familia, y emprender un viaje lleno de incertidumbres y peligros, del que nunca regresaron.

 

UN CORREO PRIVADO EN FACEBOOK DESDE ARGENTINA

Todo comenzó el 14 de septiembre de 2022 cuando recibí -no suelo hacerlo, pero en esta historia usaré la primera persona, por trasmitir algo de cómo lo he vivido- un mensaje privado por Facebook:

Buenas, mi nombre es Alvaro Raúl Parra. Soy argentino, estoy buscando datos de mi abuelo Rogelio Silvestre Parra nacido el 31 de diciembre de 1908. En el Archivo Histórico Diocesano de Albacete me dijeron que esa información estaba en la parroquia de San Sebastián de Villapalacios. ¿Habría posibilidad de conseguir más información: acta de nacimiento, bautismo, etcétera, de mi abuelo? Muchas gracias.


Son muchas las personas que escriben al perfil de Facebook de Historia de Villapalacios pidiendo información sobre personas o hecho del pasado de esta localidad, pensando que se trata de una página oficial. Siempre contesto y les ayudo en lo que puedo. Pero esta petición fue distinta.

Con este mensaje (que tardé varios días en ver) dio comienzo una búsqueda de datos y fechas, en libros de actas del Ayuntamiento de Villapalacios y publicaciones de la época, que ha llevado a la reconstrucción (siempre parcial) de esta historia familiar desconocida hasta ese momento para mí. Desde ese día he intercambiado con Alvaro (sin acento) Raúl Parra innumerables correos por Facebook y por WhatsApps, en los que íbamos compartiendo, casi a diario, los avances. Los mejores mensajes eran los que me reenviaba con los audios y mensajes que le enviaban a él su padre Miguel Ángel y sus tíos Carmen y Florencio, nietos de Demetrio y Anastasia, añadiendo, casi siempre emocionados, datos e informaciones que iban recordando, tras las preguntas que se les planteaban.

Un ejemplo del papel positivo que pueden tener las siempre denostadas redes sociales.

 

Y ESTA ES LA HISTORIA..., HASTA AHORA

Demetrio Parra Campos nació el 22 de diciembre de 1868 en Villapalacios. Sus padres fueron Juan Parra y Juana Campos; vecinos y naturales de esta localidad. Sus abuelos paternos Pedro Parra y Joaquina López y los maternos Remigio Campos y Hermenegilda Morcillo. Por la documentación sabemos que 1868, el año que nació Demetrio, fue malo para las cosechas de cereal, sobre todo trigo y avena, porque el olivar todavía no estaba presente en Villapalacios; en un momento en el que la mecanización del trabajo del campo, en Villapalacios, tardaría mucho en llegar.

Demetrio se casó a la edad de 23 años, el 6 de noviembre de 1892, con Vicenta Anastasia Martínez González, dos años más joven que él. Los padres de ella se llamaban Abdón Martínez y Joaquina González y procedían de las localidades de Vianos y Masegoso, respectivamente, cercanas a Villapalacios.

Vianos también era el lugar de procedencia de los primeros Parra de Villapalacios. De esta localidad, situada apenas unos 20 kilómetros de distancia, se trasladó Francisco Parra a vivir a Villapalacios, donde se casa con la villapalacense Antonia Garrido. Y de ellos dos descienden todos los Parra de este pueblo; una familia que, según hemos podido comprobar, tuvieron, en casi todos los casos, un buen número de hijos.

Tras la boda de Demetrio y Anastasia, la nueva pareja, se instaló a vivir en el número 3 de la calle Currucote.

 

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La calle Currucote de Villapalacios, donde vivieron Demetrio y Anastasia, en una imagen de comienzos de los años sesenta del siglo pasado, a la izquierda. A la derecha esa calle, ahora. / FOTO BELDA / J. Á. MONTAÑÉS

 

UNA FAMILIA MUY NUMEROSA, CON SEIS HIJOS VARONES

Y en esta casa nació, a los dos años, su primer hijo, el 1 de febrero de 1894. Le pusieron por nombre Ignacio y su madrina fue Juana Parra Resta, tía del niño desde que tres años antes, en 1891, se casara con Aniceto Parra, uno de los hermanos de Demetrio; algo que luego veremos.

Ignacio fue el primero de los muchos hijos que tuvieron Demetrio y Anastasia; casi todos varones, algo que marcaría el destino de esta familia. A los dos años de nacer el primero, en 1896, vino al mundo Julio Damián. Le siguió, en 1898, María Francisca. A los tres años, en 1902, Joaquín. En 1905, Florencio y en 1907, Hipólito. A finales de 1908, Rogelio Silvestre, el abuelo de Alvaro que se había puesto en contacto conmigo. Por fin, en 1911, nació Tomasa.

Todos estos datos y fechas se han podido obtener gracias a la consulta de los libros con las Actas de Bautismo de la iglesia de Villapalacios, fundamentales como siempre para reconstruir el pasado de esta localidad y sus habitantes, que muestran como la pareja, desde que se casó en 1892, había tenido ocho hijos con intervalos prácticamente de dos o tres años; relacionado, seguramente, con el periodo de lactancia de los pequeños.

Y todos salieron adelante; algo sorprendente para una época en la que muchos niños morían al nacer, o poco después, y muchas madres fallecían en el parto. Y Anastasia y sus hijos salieron todos adelante.

 

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Árbol genealógico de la familia Parra Martínez de Villapalacios, con su fecha de nacimiento y su fotografía a partir de la imagen que se hicieron a finales de los años veinte del siglo XX. / ELABORACIÓN PROPIA.

 

 

VIAJE EN 1913 HUYENDO DE LA GUERRA, PERO ¿QUÉ GUERRA?

Los descendientes actuales de Demetrio y Anastasia cuentan que en la familia siempre se ha dicho que la pareja y sus hijos habían emigrado a Argentina “por la guerra”, pensando que se trataba del conflicto europeo de la I Guerra Mundial y la Guerra Civil española. Pero había un dato que no cuadraba: el viaje se llevó a cabo cuando Ignacio, el mayor, contaba con 19 años. Y por lo tanto fue en 1913.

Entonces. ¿Qué guerra fue la que llevó a emprender este viaje sin retorno a toda la familia?

No podía ser la I Guerra Mundial, porque comenzó al año siguiente de 1914 y España no participó. Tampoco Guerra Civil Española que, tras el golpe de estado de 1936 por el ejército sublevado dirigido por Franco, llevó en 1939 al exilio a millones de españoles derrotados, después de tres años de guerra fratricida.

La guerra que llevó a abandonar el país a los Parra Martínez en 1913 fue la de Marruecos; en concreto el conflicto en la región del norte de Marruecos del Rif que estaba en aquel momento en plena efervescencia.

Esta guerra había estallado a comienzos del siglo XX, después de que las poblaciones autóctonas que vivían en esta zona se levantaran contra las autoridades coloniales españolas, ocasionando, con los años, la muerte de más de 25.000 jóvenes que había sido reclutados para luchar allí.

En julio de 1909 fueron llamados a filas 14.000 reservistas, personas que tuvieron que abandonar sus obligaciones, familiares y profesionales, para ir a luchar a Marruecos. Eso provocó grandes incidentes. En Barcelona se vivió la Semana Trágica, siete días en los que los habitantes de esta ciudad, como protesta, incendiaron iglesias y otros edificios. Las acciones de represión acabaron con la muerte de 78 personas.

El malestar era mayor en las familias que no podían evitar que sus hijos fueran incorporados al ejército (durante seis años) pagando en metálico o costeando un sustituto que lo hicieran por ellos. En 1912 entró en vigor la nueva Ley de Reclutamiento y Reemplazo, que redujo el servicio militar a tres años y creó la figura del soldado de cuota, que, mediante el pago de 1.000 pesetas, podía reducir a ocho meses el tiempo del servicio militar y a solo cinco, si la cuota era de 2.000 pesetas. Además, los que pagaban podían elegir destino y estaban exentos de servir en África; por lo que muchas familias vendieron lo que tenían y se empeñaron para evitar que sus hijos marcharan a esta guerra.

Demetrio y Anastasia seguramente no podían pagar las 1.000 pesetas o no estaban dispuestos a mandar a una muerte segura a ninguno de sus seis hijos varones, como recuerdan sus nietos que siempre han escuchado en la familia. El hijo mayor, Ignacio, ya estaba a punto de ser llamado a filas al cumplir los 21 años. Es por eso, explican los descendientes de esta pareja, decidieron salir del país y dejar el Villapalacios que los había visto nacer.

 

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Una madre despide a su hijo en el puerto de Pasajes camino al Rif, en 1921. / FOTO DE RICARDO MARTÍN

 

 

EL VIAJE A NUEVA YORK QUE ACABÓ EN BUENOS AIRES

No sabemos la fecha exacta, pero tuvo que ser en septiembre u octubre de 1913, cuando la familia recogió y vendió todas las pertenencias que pudo, compraron pasajes para viajar a América y partieron tras despedirse de toda la familia.

Tuvo que ser duro. Posiblemente, ni Demetrio ni Anastasia habían salido nunca de Villapalacios. Está claro que al pueblo llegarían noticias de lo que estaba pasando en el norte de África. El caso es que no dudaron en dejarlo todo y salir hacia un lugar del que difícilmente tendría noticias.

La idea era viajar a Nueva York, pero al llegar al puerto de salida, seguramente Almería o Alicante, los puertos más cercanos a Villapalacios y desde donde se comprueba que salieron muchos de los que llegaron a Argentina (pero también pudo ser desde Vigo, Coruña, Barcelona, Santander y Bilbao, ya que en ellos operaban el mayor número de compañías españolas y extranjeras que realizaban la travesía), el barco con destino a esa ciudad de América del Norte estaba completo.

Cuando se les informó de que no podía ser, pero que con esos billetes podían viajar también a Argentina en un buque que salía al día siguiente, no lo dudaron.

Los pasajes para viajar a Nueva York y Buenos Aires (también a Uruguay y Brasil) tenían un precio parecido: entre 150 y 200 pesetas cada uno. Por eso Demetrio y Anastasia tuvieron que pagar por los diez pasajes, como máximo, unas 2.000 pesetas; un precio similar a lo que les habría costado salvar de ir a la guerra a uno de sus hijos.

En ese momento el sueldo medio diario de un trabajador normal rondaba las 1,75 pesetas.  

 

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Carteles de algunas compañías que realizaban el viaje desde, o con escala, puertos españoles al continente americano: los vapores trasatlánticos de la española Pinillos Izquierdo, a la izquierda. En el centro, el de la alemana Hamburg-Südamerikanische, anunciando rutas hacia Sudamérica. Y a la derecha, de la compañía Trasatlántica Española, publicado en 1926 y anunciando el uso de "lujosos vapores", como el Reina Victoria Eugenia o el Infanta Isabel de Borbón. / IMÁGENES DEL LIBRO DE BLANCA AZCÁRATE Y JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ. (1)

 

VESTIDOS DE MUJER PARA EMBARCAR. MUERTE A BORDO DE LA HIJA PEQUEÑA

Pero antes de zarpar tuvieron que superar la primera prueba. Sus dos hijos mayores, Ignacio y Julio, no podían viajar, ya que, para poder salir del país, tenían la obligación de haber cumplido con el servicio militar o encontrarse exentos. Por eso, mostrando una actitud tan decidida como arriesgada, vistieron a sus dos hijos con ropa de mujer para poder pasar los controles y embarcar. Y lo consiguieron.

El viaje fue un auténtico calvario en el que sin duda tuvieron que aguantar todo tipo de penalidades: suciedad, hedor, humedad, el ruido infernal de los motores; además, seguramente, de hambre y miedo para no caer en las redes de los aprovechados que sin duda pulularían dentro del barco. Unos problemas mayores si tenemos en cuenta que, en ese momento, seis de los ocho hijos de Demetrio y Anastasia tenían menos de 15 años.

Por esos años, en 1910, se publicó una guía llamada Cartilla del Emigrante con la idea de responder al esfuerzo de encauzar e informar a aquellos españoles que decidían migrar a América, con la finalidad de mejorar sus condiciones de vida: los documentos que se precisaban y las diligencias previas que había que hacer para emprender el viaje, las líneas de navegación y el coste del pasaje; consejos para una mejor travesía y los recursos con los que los emigrantes eran auxiliados al llegar a los diferentes destinos. (2)

Desconocemos si Demetrio conocían esta útil guía para el viaje que había emprendido.

 

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Multitudinaria despedida de emigrantes en 1915 en un puerto indeterminado de España y el buque Reina Victoria Eugenia, en el año 1914; uno de los vapores que realizaban estos viajes con una capacidad para 1.500 pasajeros. / ARCHIVO PACHECO (MEMORIA GRÁFICA DE LA EMIGRACIÓN ESPAÑOLA) / WIKIPEDIA

 

Pero la dura travesía les guardaba un trago mucho más doloroso que todo eso.

Según cuentan los descendientes de la pareja, durante las tres semanas aproximadamente que duraba el viaje, uno de los hijos; aseguran que la hija más pequeña, y por lo tanto Tomasa, cayó enferma y falleció. Imaginamos qué tuvieron que sentir Demetrio y Anastasia cuando, por salvar a sus hijos varones perdían a una de sus dos hijas... además la más pequeña.

No sabemos si con su cuerpo se realizó la misma ceremonia que vivió y relató Julio Lissarrague cuando viajaba en 1912 en el vapor Highland Brae, también a Argentina, después de que una pasajera que iba abordo muriera por sarampión: la tripulación cubrió su cadáver con la bandera española y lo llevaron a la popa del buque. Una vez allí, pararon los motores del barco y tras orar algunos momentos por su eterno descanso lanzaron su cuerpo al mar. (3)

Pero lo que sí es seguro es que también fue arrojada al mar. Demetrio y Anastasia recibieron un documento de manos del capitán del barco en el que figuraba la hora, la latitud y la longitud exacta en el que su pequeña había sido “enterrado” en alta mar. Un papel que conservaron el resto de sus vidas, como recuerdan sus nietos.

 

ALOJADOS EN EL HOTEL DE INMIGRANTES. VIAJE AL SUR. REGRESO A BUENOS AIRES

Cuando después del largo viaje llegaron, por fin, a Buenos Aires, las calamidades no terminaron. Pese a lo sucedido con Tomasa, el resto de la familia estaban bien de salud. En caso contrario se les habría impedido desembarcar y habrían sido repatriados.

Tras bajar del barco fueron alojados en el llamado “Hotel de Inmigrantes”, situado en la dársena norte del puerto, en el que todos los que llegaban (miles de personas a diario) que no contaban con un contrato de trabajo, eran alojados y mantenidos cinco días gratis por las autoridades argentinas. También se hacían cargo del traslado a los lugares donde tenían trabajo.

Demetrio y sus tres hijos mayores, Ignacio, Julio y Joaquín, viajaron al sur de Argentina decididos a ganarse la vida cultivando las enormes tierras de su nuevo país; era la actividad que declararon que realizaban en su pueblo de origen, cuando se les preguntó qué sabían hacer y cómo iban a ganarse la vida.

 

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El imponente edificio construido con hormigón inaugurado en 1911 para utilizarlo como Hotel de Inmigrantes.
Abajo, inmigrantes durante los días en que vivían en este edificio. / BIBLIOTECA NACIONAL DE ARGENTINA

 

VIAJE A 1.500 KILÓMETROS DE BUENOS AIRES, PARA TRABAJAR EN LA ZAFRA

Pero, recuerdan los actuales Parra, regresaron pronto porque hacía mucho frío. Y entonces la familia se trasladó al completo al norte, a la localidad de Campo Santo, a 50 kilómetros de la ciudad de Salta, capital de la provincia del mismo nombre y a más de 1.500 kilómetros de Buenos Aires y casi 15 horas de viaje. Unas distancias que, seguramente, ninguno de los Parra-Martínez pensó en la vida que llegaría a recorrer.

 

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Mapa de Argentina indicando los dos viajes que realizó Demetrio, primero con dos de sus hijos, al sur, y luego, al norte, a la provincia de Salta, donde comenzaron a trabajar en el ingenio de San Isidro en la zafra de la caña de azúcar. Luego se trasladaron, definitivamente, a Tartagal, a unos 300 kilómetros más al norte. A la derecha dos fotografías de trabajadores en los campos argentinos con inmigrantes, a comienzos del siglo XX.

 

Una vez en Campo Santo, se instalaron en el ingenio de San Isidro, uno de los pilares de la industria azucarera argentino desde el siglo XVIII, para participar en la zafra de la caña de azúcar. En este lugar Anastasia trabajó como ama de llaves, recuerda uno de sus nietos. Allí pasaron varios años, hasta que decidieron trasladarse a unos 300 kilómetros más al norte, a Tartagal, otra ciudad dentro de la misma provincia de Salta.

En la provincia de Salta ya se habían instalado, por estos años, más de 600 inmigrantes españoles; la gran mayoría en el campo, según el Tercer Censo Nacional de Argentina, publicado en 1914; siendo la comunidad más grande, por encima de italianos (351), otomanos (86), franceses (10) e ingleses (9). (4)

De ese momento es la fotografía en la que se ve a la familia alrededor de una mesa en Tartagal.

 

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La foto de la familia Parra, con las identificaciones enviadas por Alvaro Parra.

 

NUEVOS HIJOS: ÁNGELES Y ANTONIO. TRASLADO A TARTAGAL (PROVINCIA DE SALTA)

Por esta fotografía podemos comprobar como la familia siguió creciendo, ya que Demetrio y Anastasia habían tenido dos hijos más tras llegar a Argentina: Ángeles que nació el 5 de abril de 1914, a los pocos meses del viaje desde España, y por lo tanto Anastasia viajó embarazada; otro detalle más de la fuerza y decisión de esta pareja. Y Antonio, el pequeño, que nació (como no podía ser de otra forma), dos años después, el 19 de enero de 1916, cuando la madre contaba ya con 46 años. En esta acta de bautismo podemos ver la firma de Demetrio; que denota que no era analfabeto; algo que era bastante común en la España de ese momento y mucho tiempo después. Esta es su firma:

 

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Firma de Demetrio Parra en el acta de bautismo de su hijo Antonio, en enero de 1916.

 

En la fotografía no aparecen dos de los hijos. En concreto de las hijas. La pequeña, según cuentan algunos de los nietos de Demetrio y Anastasia, había fallecido en el barco. Pero curiosamente también cuentan que había fallecido en España, en Villapalacios. Sería después de que sus padres la llevaran, durante una Semana Santa, a ver la imagen de un Jesucristo crucificado (podría ser la imagen del Cristo de la Veracruz, la imagen religiosa que más devoción despierta en Villapalacios). De la impresión, cuentan varios de los Parra argentinos, la pequeña cayó enferma y de un síncope falleció.

Pero estos hechos no ocurrieron en Villapalacios, sino ya en Argentina.

Lo corrobora la partida de defunción localizada en los archivos de ese país por Álvaro Parra en la que figura que Tomasa falleció el 12 de abril de 1917 (la Semana Santa de aquel año acabó el domingo día 8). En ella se puede leer que la pequeña tenía 5 años (recordemos que nació en julio de 1911). Murió a causa "de fiebres sin asistencia médica", según su acta de defunción.

Pero entonces, ¿quién fue la pequeña que murió en el barco y que arrojaron por la borda en el viaje de 1913?

Es un misterio que esperamos resolver. Por ahora, se han repasado los libros de bautismos de Villapalacios y no hemos sido capaces de encontrar más hijos que los que aparecen en este trabajo. Después de Tomasa no nació, o los libros no lo registran, ningún hijo más de Demetrio y Anastasia. Podría haber nacido y que no se registrara; algo que sería excepcional; pero es que, ya se ha dicho, Anastasia realizó su viaje a Argentina embarazada de Ángela que nació en abril de 1914. No hay tiempo material para que naciera un hijo después del nacimiento de Tomasa y antes de salir de viaje rumbo a Argentina.

En esta defunción vemos una segunda firma de Demetrio:

 

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Firma de Demetrio Parra en el acta de defunción de su hija Tomasa, en abril de 1917.

 

En la fotografía tampoco aparece la hija mayor, María Francisca que, por entonces, se había casado y se había instalado a vivir, con su nueva familia, en la capital Salta. Es precisamente María Francisca la que durante años tuvo contacto y se carteó con los parientes que se había quedado en Villapalacios.

Posiblemente con algunas de sus primas; hijas de Aniceto Parra Campos, el único hermano varón de Demetrio que hemos localizado.  

Al parecer, Aniceto Parra se casó dos veces. La primera con Juana Parra Resta (de la que era tío segundo) con la que tuvo dos hijas: Valentina Antonia, en 1890 y Fortunata, en 1897. Y luego, con su segunda mujer, Juana Medina Bueno, otras cuatro hijas más: Maria Joaquina, en 1900; Araceli Juliana, en 1903; Josefa, en 1906, y Encarnación, en 1911. Cuando su hermano se había marchado a América, Aniceto tuvo su primer hijo varón: Juan Antonio, en 1914, y le siguieron dos más: Fortunato, en 1917, y Ramón, el pequeño de los nueve hijos de Aniceto, que nació en 1920.

María Francisca se pudo cartear con alguna de estas primas, sobre todo con las mayores, que eran de edad parecida y con las que habría jugado mucho antes de partir rumbo a Argentina, por ser ella la única chica en un mundo de hermanos varones.

 

Para conocer a todos las personas que llevaron el apellido Parra en Villapalacios, hasta aproximadamente 1920, clica sobre la imagen de Villapalacios

 

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Atardecer en Villapalacios, con una de sus impresionantes puestas de sol, el pasado mes de octubre. / J. Á. MONTAÑËS

 

Y EN ESPAÑA, LOS HERMANOS PARRA, DECLARADOS PRÓFUGOS

En los libros de Actas del Ayuntamiento de Villapalacios está registrado el momento en el que los mozos son llamados a alistarse para cumplir con el servicio militar; a los que se les cita en el consistorio para hacer el reconocimiento médico, pesarlos, medirlos y sortearlos para mandarlos a un destino. Pero en estas actas no hemos encontrado rastro de los hermanos Parra Martínez, como si ha quedado con otros jóvenes que no se presentaron cuando se les llamó a filas. En enero de 1916 se puede leer en un documento conservado en una de las actas:

Con arreglo al caso 5º Artículo 34 de la ley ha sido incluido en el alistamiento de esta villa el mozo Antonio José Serrano Rodríguez, hijo de Juan y Candelaria, y como se ignora su actual paradero y el de los padres, se le cita por medio del presente para que comparezca en esta Sala Capitular a la rectificación del alistamiento, cierre del mismo, sorteo y clasificación del mozos que tendrá lugar en los días 30 del actual, 13 y 20 de febrero y 5 de marzo próximo en la inteligencia de que si no compareciese al último de los expresados actos, será declarado prófugo, parándole el perjuicio que haga lugar. (5)

Pero la marcha a Argentina de esta familia de Villapalacios si quedó reflejada en publicaciones como el Boletín Oficial de la Provincia de Albacete. En diferentes boletines se les reclama su presencia para incorporarse a fila. En 1917 a Julio; en 1923 a Joaquín; en 1926 a Florencio; en 1928 a Hipólito y en 1929 a Rogelio Silvestre. Curiosamente no hemos localizado que se reclamara a Ignacio, el hermano mayor. En los textos publicados se repite siempre la misma fórmula: se asegura que se “ignora el paradero del mozo”; se le convoca para diferentes actos en el Ayuntamiento con el fin de poder alistarlo y concluye: “si dejan de comparecer al último de los actos referidos, serán declarados prófugos, según previene la vigente ley de Reclutamiento”. Y así ocurre poco tiempo después con cada uno de ellos.

En uno de los boletines se puede leer:

Encarezco a la Guardia civil, Cuerpos de Seguridad, Vigilancia y a cuantos agentes de mi Autoridad dependan, procedan a la busca y detención de los mencionados prófugos, poniéndolos a disposición del señor Coronel-Gobernador Militar de esta Plaza y su provincia, a los efectos del artículo 195 (6)

 

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Anuncios publicados en el Boletín Oficial de la Provincia de Albacete en los que se reclama la presencia de tres de los hijos del matrimonio: Joaquín, Florencio e Hipólito, en los años 1923, 1926 y 1928, respectivamente. En ese momento llevaban más de 10 años fuera del país. En el primer y en el tercer anuncio aparecen otros jóvenes de Villapalacios de los que no se conoce su paradero.

 

NINGUNO DE LOS PARRA-MARTÍNEZ REGRESÓ JAMÁS A VILLAPALACIOS

Demetrio y Anastasia arriesgaron y jugaron fuerte saliendo de Villapalacios rumbo a un lugar desconocido. Pero la jugada les salió bien, ya que en Argentina prosperaron ellos y sus hijos.

Cuando se instalaron en la ciudad de Tartagal la pareja abrió un negocio, de "rubro generales", justo en frente a la plaza principal de la localidad, que se llamaba, no podía ser de otra forma, Casa Parra. Allí vendían artículos como planchas, ropa de vestir y de cama (como las famosas colchas de Catamarca), lámparas a gasolina, pequeños electrodomésticos y un largo etcétera. Más adelante, Joaquín abrió una sastrería y Rogelio, una confitería llamada Bar Parra en esta misma localidad.

Ni los padres ni sus ocho hijos nacidos en Villapalacios regresaron jamás al pueblo que los vio nacer. Aunque estuvieron a punto de hacerlo, al menos uno de ellos. "Hace unos 60 o 65 años, cuando yo era pequeño se juntaron una vez en casa de mi tía María Francisca, porque desde España, en una de las cartas que recibía, le pedían aclaraciones sobre los bienes que habían quedado allí", recuerda Miguel Ángel, padre de Alvaro. Se trataría, seguramente, de la casa de la calle Currucote o de algunas de las tierras que tendrían Demetrio y Anastasia. Miguel Ángel no lo recuerda.

"Al principio", prosigue, "pensaron reunir el dinero para que fuera uno de ellos. Pero al final mi tía María Francisca, a través del consulado, hizo un poder entre todos los Parra cediendo los derechos de lo que había quedado en España para la familia que había allá. Pero ir no fue nadie. Ni en ese momento, ni después", explica.

De hecho, la casa situada en el número 3 de la calle Currucote donde vivieron Demetrio, Anastasia y sus hijos seguía figurando a su nombre 12 años después de que se marcharan del pueblo. Lo sabemos por una relación de propietarios de viviendas de Villapalacios realizada 1925, que fue aprobada al año siguiente, en la que sigue figurando como su domicilio habitual. (7)

 

propietarios

Demetrio Parra en la relación de 1925, como propietario de la casa situada en el 3 de la calle Currucote.

 

casa

Detalle de la foto de los años 60 de la calle Currucote. La casa de Demetrio y Anastasia sería
la del fondo a la derecha; la oscura, junto a la blanca que está en la esquina. / FOTO BELDA

 

Pero pese a que nunca volvieron, ninguno renunció a su nacionalidad española. “Por eso llegaban cartas con las papeletas y los sobres para que votaran en las elecciones”, recuerda en un audio Miguel Ángel.

Hoy los descendientes de Demetrio Parra y Anastasia Martínez son una gran familia en Argentina. Casi todos los hijos de la pareja se casaron y tuvieron hijos. Y estos hijos, más hijos. La mayoría siguen viviendo en la provincia de Salta, donde se acabaron instalando y echando nuevas raíces.

 

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Publicidad en un diario de Casa Parra, la tienda que Demetrio y Anastasia
abrieron en la plaza principal de Tartagal. / ARCHIVO FAMILIA PARRA MARTÍNEZ

 

Cuando Demetrio y Anastasia salieron de Villapalacios, la localidad contaba con unos 1.700 habitantes. Ahora, más de un siglo después, viven poco más de 500 personas. Y, al parecer, ningún Parra de forma permanente; aunque personas con este apellido, nunca muy extenso en el pueblo, viven en la capital Albacete, o en ciudades como Alicante, Ciudad Real, Valencia, Alicante y Barcelona. Muchos de ellos visitan y pasan temporadas en Villapalacios. Seguro que algunos de ellos son familia de los Parra Martínez; unos lazos que, pese al tiempo y la distancia, no se pueden perder.

Cuando Alvaro Parra escribió su mensaje en Facebook solo quería saber la historia de su abuelo Rogelio, al que no conoció personalmente, pero del que sabía que había nacido en un pueblecito de España, como todos sus hermanos. Quería conocer sus orígenes y si había familiares suyos en Villapalacios. Ahora, asegura, está agradecido de haberse enterado de tantos datos familiares que desconocía.

Las gracias se las doy yo públicamente por haber enviado su mensaje el pasado 14 de septiembre, casualidad o no, el día en el que Villapalacios celebra su fiesta más grande. Porque con su mensaje me (nos) ha dado a conocer la impresionante historia de esta familia de Villapalacios. ¡Gracias Alvaro Parra!

 

 

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rojo REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

(1).- Blanca Azcárate Luxán y José Julio Rodríguez, Pasajeros de tercera clase. La odisea migratoria transatlántica a través de las Memorias de viaje de los Inspectores de Emigración. Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Madrid, 2017, 448 páginas.

(2).- Martín Pérez-Acevedo, Migración española hacia América desde la perspectiva de la Cartilla del Emigrante (1910), Historia y Memoria, 15 (2017) pp. 169-201.

(3).- Blanca Azcárate Luxán y José Julio Rodríguez, p. 13.

(4).- Tercer Censo Nacional de Argentina, 1914. Tomo II, Población, Buenos Aires, 1916. P. 338.

(5).- Actas del Ayuntamiento de Villapalacios, 1911-1915, papel suelto. Archivo Municipal de Villapalacios (Albacete).

(6).- Boletín Oficial de la Provincia de Albacete, 17 de junio de 1929, pp. 1 y 2.

 

(7).- Índice alfabético de los propietarios que figuran en el Registro fiscal de Edificación y Solares formado el año 1925, Archivo Municipal de Villapalacios (Albacete).

 

 

 

 

 

 

 

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