"> Joaquín Navarro, jesuita expulsado en 1767

Historia de Villapalacios. Personajes

Joaquín Navarro Peláez, uno de los miles de jesuitas expulsados de España, nacido en Villapalacios en 1705

Con fama de gran orador, fue catedrático de Teología de la Universidad de Alcalá de Henares, escribió varios libros y sermones panegíricos y falleció deportado en Italia, a los 74 años

 

 

4 de marzo de 2023, por José Ángel Montañés

 

 

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Interior de la iglesia de San Sebastián de Villapalacios, en el que se han bautizado, casado y enterrado miles de personas desde su construcción; entre ellos: Joaquín Navarro Peláez, bautizado en 1705. / FOTO DE JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS

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La historia está llena de personajes de los que no se tienen noticia o a los que se les ha perdido la pista con el paso de los años, pese a que gozaron de fama y reconocimiento entre sus contemporáneos. También ha ocurrido con personas nacidas en Villapalacios.

Como es el caso de Joaquín Navarro Peláez, que vio la luz por primera vez en nuestro pueblo el 26 de julio de 1705, que acabó siendo un eminente teólogo y catedrático de Teología en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Con fama de muy buen orador, fue autor de varios libros y sermones.

 

Prácticamente un desconocido, en Villapalacios y fuera de la localidad, ahora, la publicación de un portal web de la Real Academia de la Historia lo ha recuperado para todos.

 

Nosotros lo hemos localizado en los libros de bautismo de la iglesia de San Sebastián, le hemos dado su segundo apellido (algo que no figura en los escritos y biografías que hay de él) y aportamos algunos pocos datos más.

 

Según la Real Academia de la Historia, en un artículo firmado por Antonio Astorgano Abajo, catedrático de Lengua y Literatura y uno de los grandes especialistas en la historia del pensamiento español del siglo XVIII, nuestro paisano, Joaquín Navarro falleció a los 75 años en la localidad italiana de Forli, donde pasó los últimos años de su vida. (1)

 

Este autor, recogiendo lo publicado por otro destacado jesuita, discípulo y amigo suyo, Lorenzo Hervàs y Panduro (2), Joaquín Navarro, “pronto dejó brillar un talento nada común, por lo que sus padres, para su mejor instrucción, lo enviaron a Alcalá, en cuyo Colegio de Santa Catalina estudió la Filosofía con tanto empeño que, después de haber sido recibido entre los jesuitas para satisfacer al riguroso examen que entre ellos se hacía de filosofía, le bastó repasarla por un año solo”.

 

Y el 28 de junio de 1722, pocos días antes de haber cumplido los 18 años, ingresa como novicio en el Noviciado de la Compañía de Jesus, un enorme edificio barroco hoy desaparecido en Madrid, situado donde hoy está el llamado Caserón de San Bernardo.

 

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Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, los Jesuitas, pintado como militar, en un cuadro anónimo fechado en el siglo XVI. Y a la derecha, Visiones de Ignacio, una obra pintada por Peter Paul Rubens, en el siglo XVII.

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Al parecer, en esta decisión, para encarrilar su formación y su futuro, tuvo mucho que ver un pariente suyo, también jesuita; Antonio Gutiérrez de la Sal, un tío suyo, nacido en la cercana ciudad de Alcaraz, autor de varios tratados de teología escolástica.

 

Con su ingreso daban comienzo a dos años en el que los novicios eran seleccionados por su capacidad al estudio o aquellos que acabarían desempeñando tareas de tipo doméstico. Si se superaban estos dos años ya se estaba preparado para los votos del bienio, que implicaban, además de pobreza, castidad y obediencia, el compromiso de permanecer en la regla de forma estable. A partir de este momento comenzaban tres años de estudios humanísticos, sobre todo de latín; tres años más de Filosofía, otros tantos de prácticas de Magisterio y cuatro de Teología. Al acabar los estudios el novicio debía pasar un año de espiritualidad antes de profesar los votos perpetuos. Se trataba de una carrera que rondaba los 15 años de duración, que no todo el mundo podía superar. (3)

 

Joaquín Navarro Peláez lo fue superando todo y tras los dos primeros años de noviciado estudió Retórica y Filosofía y en Alcalá de Henares, Teología. Antes de profesar enseñó el mismo Retórica a los jesuitas en la localidad de Villarejo de Fuentes, Cuenca, donde había un establecimiento jesuita y también Filosofía en Toledo, donde tuvo por discípulo al historiador y canonista Andrés Marcos Burriel, hasta 1738, en que, el 15 de agosto, después de 16 años ingresar, hizo la profesión solemne.

Después enseñó la Teología en Toledo, Murcia y Alcalá, en cuya Universidad fue catedrático durante diez años. En estos años fue nombrado por la provincia jesuítica de Toledo para la congregación general de Roma en 1755.

 

 

 

EXULSION

 

Portada de la Pragmática emitida por el rey Carlos III en 1767 en el que comunicaba la expulsión de todos los jesuitas de España (y de los territorios de América). A la derecha, la supresión de la Compañía de Jesus, emitida por el papa Clemente XIV, llevada a cabo en 1773, tras la presión de los principales monarcas católicos: Carlos III (en el centro pintado por Goya, como cazador, en 1786, una obra que puede verse en El Prado); Luis XV de Francia, que los expulsó en 1762, y el rey de Nápoles, hijo de Carlos III, además de rey de Portugal, que había hecho lo mismo en 1759.

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Expulsado de España en 1767, junto al resto de miles de jesuitas de todo el país

 

Joaquín Navarro fue uno de los más de 5.000 jesuitas que fueron expulsados de España en abril de 1767 por el rey Carlos III, una media drástica que sorprendió a los miembros de esta compañía. Nuestro paisano, que estaba a punto de cumplir los 62 años, contaba en ese momento era en ese momento rector del Colegio Imperial de Madrid.

 

Se les culpaba de fomentar las doctrinas probabilistas, de servir a la curia romana en detrimento de las prerrogativas regias, de haber incentivado los motines como el de Esquilache un año antes (una revuelta popular contra el marqués de Esquilache, después d varios decretos, sobre todo los que querían erradicar la impunidad de los embozados, delincuentes que ocultaban su identidad bajo sombreros anchos y capas largas); y en definitiva de perturbar el orden público. También se les acusó de simpatizar con la teoría del regicidio y de defender el laxismo en sus Colegios y Universidades. (4)

Todo se llevó a cabo de una forma rápida y sorpresiva. Desde la noche del 31 de marzo al amanecer del 2 de abril, todas las casas jesuitas fueron clausuradas y sus miembros incomunicados. En las 146 casas de toda España se actuó del mismo modo, siguiendo instrucciones minuciosamente precisas. Los comisarios, asistidos por notarios y testigos, ordenaron reunir a los miembros de las comunidades en las salas capitulares y pasaron lista. Tras comprobar la presencia de todos, mandaron a los notarios que leyeran el real decreto de extrañamiento o expulsión.

Esta es la Minuta del Decreto de expulsión, firmada por el rey en El Pardo, en marzo de 1767:

Prohíbo por vía de Ley y regla general que jamás pueda volver a admitirse en todos mis Reinos en particular a ningún individuo de la Compañía ni en Cuerpo de Comunidad con ningún pretexto ni colorido que sea, ni sobre ello admitirá el mi Consejo, ni otro Tribunal, instancia alguna; antes bien, tomarán a prevención las justicias las más severas providencias contra los infractores, auxiliadores y cooperantes de semejante intento, castigándoles como perturbadores del sosiego público.

Ninguno de los actuales Jesuitas profesos, aunque salga de la Orden con licencia formal del Papa, y quede de secular o clérigo, o pase a otra Orden, no podrá volver a estos Reinos sin obtener especial permiso mío.

En el texto, muy impreciso, no se aclara porqué se adoptó esas medidas tan drásticas. Pero si cuál iba a ser el destino de todos ellos (los Estados Pontificios de Italia) y lo que iba a ocurrir con sus bienes; que pasarían a manos del Estado para ser dedicados a obras pías: dotación de parroquias, para pobres, fundación de seminarios conciliares y creación de casas de misericordia, según determinara cada obispo.

Se calcula que fueron deportados de España 2641 jesuitas de España y otros 2.630 de América. En total: 5.271 religiosos.

El impacto político, cultural y religioso que tuvo esta emigración forzosa de los religiosos, tanto en la Península Ibérica y en sus dependencias americanas, como en los estados italianos que los recibieron, ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los años; como los llevados a cabo por el padre Miquel Batllori, que investigó la labor llevada a cabo en Italia. (5)

 

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Grabado de la Biblioteca Nacional de Francia que lleva el explícito título: Expulsión y embarque de los jesuitas de los estados de España, por orden de S. M. C. el 31 de marzo de 1767; sobre la expulsión de esta orden religiosa.

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Una vez en Italia, en 1772 Joaquín Navarro fue hecho provincial de los jesuitas que componían su antigua provincia de Toledo; y que habían acabado establecidos en la ciudad de Forli y en sus cercanías.

 

Falleció el 26 de abril de 1780 en un grave accidente, según relatan sus biógrafos, tras caérsele el techo de su vivienda en su casa de Forli:

 

Después de haber tenido, según su inviolable costumbre, una hora de meditación y de haber celebrado el Santo Sacrificio de la Misa en la estrechez de su habitación, murió desgraciadamente en las ruinas del techo de su casa, que cayó repentinamente.

 

Se le conocen pocas producciones “pese a que escribió mucho en España y más en Italia por todos los trece años que vivió en ella, siempre retirado y ocupado en ejercicios espirituales y literarios”. (6)

 

Como poeta religioso escribió La hermosura sin lunar (1762), poemario en honor de la beatísima Virgen María, que veneraba con tierna devoción.

 

Sin embargo, su obra de mayor calado intelectual es el Cursus theologicus ad mentem doctorum Angelici et Eximii, cuyo segundo tomo se publicó el año de la expulsión (1767); el resto quedó inédito.

 

Se pueden leer en línea varios sermones panegíricos, que quedaron luego impresos, que dedicó de forma oral a personajes, como los capuchinos San Fidel de Sigmaringa y S. Joseph de Leonisa, durante las fiestas de su canonización en 1747. Y a personajes como el cardenal Francisco Jimenez de Cisneros en la Universidad de Alcalá, en el año 1754.

 

Navarro fue un jesuita de cierta importancia entre los expulsados, porque tuvo una gran valoración de otros jesuitas, como el de la provincia de Aragón, Juan Bautista Gener, quien alaba la Teología de Navarro, al que llama “varón de gran fama”.

 

 

 

¿Y qué dicen los libros de bautismos de Villapalacios?

Por los libros de bautismos sabemos su segundo apellido, Peláez, que no aparece en ninguna de sus biografías. También que recibió este primer sacramento el día 5 de agosto de 1705, a los pocos días de haber nacido el 26 de julio anterior. Lo bautizó Diego de la Mota Carrasco y según el acta su padre se llamaba Juan Garcia Navarro, vecino de Villapalacios, nacido en la villa de San Clemente, en la provincia de Cuenca. Su madre era Alfonsa Antonia Peláez, nacida y vecina de Villapalacios.

Sus padrinos fueron Bartolomé García Navarro y Ana Juárez, su mujer, Suarez. (7)

Sabemos que, al menos, tuvo una hermana, Juana Estefanía, nacida el 26 de diciembre de 1707, aunque bautizada el 6 de enero del año siguiente. Aquí se citan a los padres como vecinos y parroquianos de dicha villa.

Los padrinos de la niña volvieron a ser los abuelos paternos.

El 13 de marzo de 1717, cuando contaba con 12 años, Joaquín Navarro seguía en Villapalacios. Lo sabemos, porque fue confirmado, junto con otros 132 niños de la localidad, por Benito Madueño, obispo de Sión, en Francia, y auxiliar del arzobispado de Toledo, además de canónigo de la Santa Iglesia de Toledo, primada de las España, siendo padrino, Juan Bautista Martínez Buenache, el sacerdote de entonces en la iglesia de San Sebastián de Villapalacios. (8)

No sabemos si volvió a Villapalacios durante su formación; si mantuvo relación con su familia y sus amigos de infancia de su localidad natal. Pero seguro que su expulsión y luego su trágica muerte tuvo que causar un hondo pesar en sus familiares y en los vecinos de Villapalacios de finales del siglo XVIII.

 

 

 

 

obras

Portada de dos de las obras del villapalacenses Joaquín (Joachin) Navarro;
autor que se ha sombrado en color rojizo para destacarlo.

 

 

OBRAS:

Sermón en el día último de la Octava de Fiestas de Canonización de San Fidel de Sigmaringa, y San Joseph de Leonisa, capuchinos, en que hizo la Fiesta a sus magníficas expensas la muy Noble, muy Leal, Fidelísima, y siete veces coronada Ciudad de Murcia, Murcia, 1747.

Sermón, que en la solemne fiesta, con que celebraron la Canonización de Sta. Catalina de Riccis, sus Hijas y Hermanas Religiosas Dominicas del R. Convento de Santa Ana de la Siete veces Coronada Ciudad de Murcia, dixo Joachin Navarro, Madrid, 1748.

Sermón panegyrico, que en las annuales honras, que el Colegio Mayor de San Ildefonso Universidad de Alcalá, consagra a la siempre viva memoria de su Santo Amo y Fundador, el Emmo. Señor D. Fray Francisco Ximénez de Cisneros; Dixo el R. P. Doctor Joachin Navarro, de la Compañía de Jesús, Cathedrático de Vísperas de la misma Universidad. / Sácale a luz el Doctor Don Francisco Fuertes Piquer, Rector de dicho Colegio Universidad. Y le dedica a la Augustíssima Reyna de Cielos, y Tierra la Virgen María, en su bellíssima Imagen, que con el titulo de la Hermosura, acompaña al Author, como su Madre, Alcalá de Henares, 1754.

Oración fúnebre en las exequias de la católica Reina Bárbara, mujer del Católico Rey Fernando VI, Alcalá de Henares, 1759.

La hermosura sin lunar, qual es la del alma y cuerpo de María Santíssirna, significada en su vida, escrita en estancias de canción real, y según la reveló la Señora a su sierva la M. María de Jesús de Agreda. Su autor el P. Dr. Joachin Navarro, de la Compañía de Jesús, ex-catedrático de prima de la universidad de Alcalá. Dedicada a la bellísima imagen de la misma Virgen con el titulo de la Hermosura, o Madre del Amor Hermoso, protectora del autor, Madrid, 1762.

Cursus Theologicus, ad mentem D. D. Angelici et Eximii stilo ac methodo antiquo-novis compositus [...], auctore P. ~, Societatis Jesu Joachin Navarro, Madrid, 1765-1767.

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REFERENCIAS:

(1). Antonio Astorgano Abajo, La Biblioteca jesuítico-española de Hervás y su liderazgo sobre el resto de los exjesuitas, Hispania Sacra 56, n.º 113, 2004, 170-268.

(2). Lorenzo Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española, ed. de A. Astorgano, Madrid, Libris Asociación de Libreros de Viejo, 2007, págs. 405-408.

(3). Inmaculada Fernández Arrillaga, Los novicios de la Compañía de Jesús: la disyuntiva ante el autoexilio y su estancia en Italia, en Y en el tercero perecerán. Gloria, caída y exilio de los jesuitas españoles en el s. XVIII,
Publicaciones. Universidad de Alicante, Alicante, 2002, pp. 251-278 y en Hispania Sacra, 109, Vol. LIV, enero-junio 2002, pp. 169-196.

(4). Ibidem.

(5). Miquel Batllori, La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos, Gredos, Madrid 1966, 318 pp.

(6). Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Instituto Miguel de Cervantes, tomo VI, 1991, p. 33 y 34.

(7). Libro de Bautismo de Villapalacios, libro 4, 1668-1714, p. 150.

(8). Libro de Bautismos de Villapalacios, libro 5, 1717- 1774, p. 3.

 

 

 

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