Historia de Villapalacios. Temas.
De Cementerio Municipal a Campo Municipal de Deportes

En 1948 el Ayuntamiento acordó construir un nuevo camposanto, tras estar saturado el que había. Se
compraron los terrenos, se construyó un muro perimetral, sala de autopsia, caseta para el enterrador y una capilla central; pero no se pudo estrenar porque el suelo era roca tan dura que había que usar explosivos para abrir nuevas fosas. El espacio acogió el campo de futbol, la plaza de toros y la piscina.

 


Por José Ángel Montañés BermúdeZ. Publicado el 11 de septiembre de 2019.
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Puerta de acceso del Cementerio Municipal que se intentó construir en Villapalacios en los años cincuenta del siglo XX,
pero que nunca entró en funcionamiento y acabó reconvertido en Campo Municipal de Deportes. Así ha estado hasta hace
unos años cuando la pueta fue reformada y se eliminó la la inscripción. / FOTO JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS.

 

 

punto A finales de los años cuarenta del siglo XX uno de los principales problemas de la localidad de Villapalacios (Albacete) era poder enterrar a sus muertos. El camposanto inaugurado a finales de 1862 estaba lleno y no se podían abrir nuevas sepulturas. "Ante la imposibilidad de ampliar el que hay" y para poner solución a este problema, en un momento en el que los estragos de la postguerra comenzaban a superarse, se decide, por parte de las autoridades municipales crear uno nuevo, justo en el lado opuesto del que había funcionado hasta ese momento durante cerca de 80 años.

Esta es la historia de un proyecto realizado de forma ejemplar: Tras acordar la construcción por los representantes municipales de forma unánime, se compró la finca, se reunieron los fondos –a partir de una suscripción popular, más o menos, de los villapalacences--, se realizaron estudios e informes, se licitó la obra y se llevó a cabo. Pero cuando la obra estaba prácticamente acabada y hubo que comenzar a utilizarlo surgió un problema inesperado: el terreno era tan duro que era imposible excavar las tumbas para enterrar a los muertos si no era “con explosivos”, como explican los documentos conservados en el Archivo Municipal de Villapalacios. De este proyecto fallido, los dirigentes municipales supieron sacar partido y acabaron dando un nuevo uso, bien distinto al que se pensó en un primer momento, a este recinto que se ha mantenido y ampliado con los años.

Intentaremos saber qué pasó y cómo fueron las cosas, teniendo en cuenta que siempre la documentación es la oficial, la que transmiten las actas y los informes elaborados por el Ayuntamiento.


Todo comienza un par de años antes, cuando el 15 de enero de 1948 la corporación municipal, con Sisenando Pajares al frente y los concejales:
Jesús Quijano, Edelmiro Pajares, Gregorio Resta, José J. Quijano, Amador Rodríguez, Serafín Medina, Victoriano Montañés, Miguel Resta y Félix José Montañés, acuerda hacer las gestiones con Doña Engracia Jiménez con el fin de ver si se pone de acuerdo con Ayuntamiento en el precio de un terreno que interesa a efectos de construcción de un cementerio. El 24 de noviembre de 1949, se insiste en la necesidad de construir urgentemente un nuevo cementerio, ante la imposibilidad de ampliar el actual, en funcionamiento desde 1862 que permita usarlo, al menos, 20 años sin problemas:


“El mismo Señor alcalde manifestó a los reunidos la necesidad de construir, urgentemente, un nuevo cementerio, ya que en el que existe no hay provalidades [sic], por el sitio de su emplazamiento, de poder hacer una ampliación y el Ayuntamiento pleno, después de reconocer la necesidad de esta obra y de estudiar el lugar de su emplazamiento, acuerda, por unanimidad, construir un nuevo Cementerio en el sitio denominado “Viña de los Almendros” propiedad de Doña Engracia Jiménez Linares, que sea capaz para poder utilizarse por más de veinte años sin necesidad de remover los restos mortales, y conforme a lo legislado para la realización de estas obras.

Que se instruya el correspondiente expediente con la máxima urgencia ya que es de suma necesidad la inmediata construcción del referido cementerio”
(1).

Estaba claro que ya se había hablado con la dueña del terreno, Engracia Jiménez Linares, en la llamada "Viña de los Almendros", situada al otro lado de la carretera nacional..

 

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El cementerio de Villapalacios en los años 1960, muy diferente a cómo es hoy.
/ FOTO ARCHIVO FAMILIA MONTAÑÉS BERMÚDEZ


Menos de un mes después, el 20 de diciembre de 1949, el alcalde firma un decreto para poder comenzar las obras de construcción y da comienzo el expediente solicitado el 24 de noviembre, al que se irán uniendo, pide, los informes “exigidos por la ley” (2).

La urgencia venía dada por el hecho de que Villapalacios vivía en ese momento un boom demográfico. En 1948, por ejemplo, en la localidad había 2.889 habitantes de hecho y 2.446 de derecho, una de las poblaciones más altas que seguramente ha tenido Villapalacios nunca. (3).

Mucha población y mucha defunción. Cristino Resta Resta, juez de paz de Villapalacios realiza un informe, el 4 de enero de 1950, a partir de los del Registro Civil en el que asegura que entre el 1 de enero de 1940 y el 31 de diciembre de 1949 habían fallecido en Villapalacios un total de 338 personas. El mismo día, el cura ecónomo, Valentín Moreno Marín, realiza y envía al alcalde otro informe en términos parecidos, e insiste en la imposibilidad de enterrar a nuevos difuntos por estar el cementerio saturado:


“Por los datos obrantes en el Archivo de esta Iglesia, resulta que en este pueblo no ha existido otro cementerio que el que actualmente hay, el cual es relativamente pequeño en comparación con el número de habitantes de esta localidad y dada la circunstancia del elevado número de años que hace que existe, es completamente imposible dar sepultura a un cadáver en cualquier lugar del mismo sin que se tengan que descubrir restos mortales y por todo ello, el que suscribe, reconoce la imperiosa necesidad de que el Ayuntamiento de esta villa, con la máxima urgencia, construya un nuevo cementerio que reúna capacidad bastante para poder utilizarse por más de veinte años sin necesidad de remover los restos mortales” (4).

Había prisa y tres días después, el 7 de enero de 1950, el secretario de la Inspección Municipal de Sanidad, Enrique Garrido Vélez, enumera una serie de puntos sobre la idoneidad del emplazamiento elegido para ver si cumplía la legislación vigente en el que se apuntan características del nuevo camposanto. Reproducimos su texto:

El lugar destinado está situado en la parte Este en relación con el pueblo, distando 600 metros de la última casa.

El terreno es arenoso calcáreo, por lo menos hasta los dos metros que se practicaron calas en diferentes sitios y de las que fácilmente desapareció el agua de lluvia por filtración.

La capacidad del suelo destinado para el cementerio es de setenta metros de ancho por noventa metros de largo.

No discurren aguas por las proximidades, pues el rio denominado Río de Casas pasa a una distancia de unos mil metros y está separado del sitio elegido para cementerio por una pendiente.


Por todo ello, se decide que el sitio elegido reúne todas las condiciones exigidas por la higiene pública. Y se apunta: “la distancia en que se encuentra el sitio está dentro de las condiciones vigentes”; que “es el más a propósito para que en él se verifique rápidamente las descomposiciones cadavéricas”; que “la capacidad del mismo, teniendo en cuenta el número de defunciones ocurridas en el último decenio, será suficiente para que no haya necesidad en más de vente años de remover restos mortales" y, finalmente, que “está situado en dirección contraria a los vientos que normalmente reinan en esta localidad y en sitio en que la ventilación se hace fácilmente". Todo a favor.


Al día siguiente, 8 de enero e 1950, el propio Garrido expone ante la Junta de Sanidad estos términos que son aprobados bajo la supervisión del alcalde Sisenando Pajares.

¿PERO DÓNDE ESTABA EL LUGAR ELEGIDO?

Es difícil contar con imágenes de estos momentos, pero la suerte ha hecho que tengamos unas fotografías inesperadas, las resultantes de uno de los vuelos realizados por el Ejército de los Estados Unidos entre 1945-1946. Una imagen poco nítida, pero suficiente para ver cómo era Villapalacios por entonces. La imagen está siendo objeto de estudio por nuestra parte para que se publicará pronto en esta página web, pero ahora nos interesa para marcar la ubicación del cementerio antiguo y el emplazamiento del terreno donde se planteó construir el nuevo., un lugar alejado del casco urbano, al otro lado de la carretera nacional, que discurre al este de la población.



fincaFoto aérea de Villapalacios de 1945-1946 en los que se ha marcado en rojo la ubicación del cementerio que se quería sustituir y el solar donde se decidió ubicar el nuevo camposanto. / FOTOTECA DEL CENTRO NACIONAL DE INFORMACION GEOGRÁFICA (CNIG).


El 28 de marzo de 1951 se oficializa la compra por parte del Ayuntamiento de la finca de la "Viña de los Almendros" a sus propietarios. En concreto a Engracia Giménez Linares. Ella y el alcalde Sisenando Pajares aparecen en la Escritura de Compraventa firmada en Barrax ese día. Se pagaron por los terrenos 5.000 pesetas. Según se puede leer, el solar es:


“una tierra en el paraje llamado de los Almendros, en término municipal de Villapalacios, de caber una fanega igual a setenta áreas y seis centiáreas, que linda al Poniente camino de los Arrieros, mediodía tierra de los herederos de Iluminada Giménez, saliente los de Juan Montañés y herederos de Julio Quijano y Norte resto de la finca que se reserva la vendedora”


La finca la había heredado Engracia de su padre Victoriano Giménez y Linares, fallecido hace más de 30 años, según se explicita, sin que se presente ningún documento que lo acredite. En la escritura se hace constar que el alcalde pagó en el acto de la firma las 5.000 pesetas en las que se había tasado. La vendedora se comprometía a vender otros 1.000 metros cuadrados más del mismo solar en el caso de que la parcela vendida fuera insuficiente para los objetivos que se le quería dar
(5).

 

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Situación de la finca Viña de los Almendros y terrenos colindantes. / FOTOTECA DEL CNIG

¿CÓMO SERÍA EL NUEVO CEMENTERIO?


El 1 de junio de 1950 el maestro de obras, Joaquín López, firma un croquis que ofrece un imagen de cómo sería el nuevo camposanto: Tendría forma de trapecio rectángulo invertido. Su base mayor, la superior orientada al Este, tendría 90 metros. La más pequeña, la inferior hacia el Oeste, de 70 metros. En la mitad, más o menos, aparece pintada la puerta de acceso al recinto. El muro que hace ángulo recto con las bases tendría una longitud de 85 metros. Teniendo en cuenta estas cifras, la superficie del nuevo cementerio --según la fórmula: suma de las dos bases dividido por dos y multiplicado por la altura-- sería de 6.800 metros cuadrados. El muro perimetral tendría 332 metros y una altura cercana a los tres metros.

Según ese mismo croquis, en el ángulo donde se unen la base mayor y la diagonal se situaría el cementerio civil, pequeño en comparación con el resto. A lado y lado de la puerta principal se situaría, a la izquierda, la vivienda del enterrador. El depósito de cadáveres y la sala de autopsias, sería la construcción de la derecha. Frente a la puerta de acceso, y en una posición más o menos central del recinto se construiría una capilla, según siempre el croquis.


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Croquis elaborado el 1 de junio de 1950 por el maestro de obras Joaquín López.


A los cinco días, el 6 de junio de 1950, el alcalde, Sisenado Pajares, asegura: Visto el plano hecho por el maestro de obras del solar donde se ha de construir el nuevo cementerio, se considera capaz para poder utilizarse por más de veinte años sin necesidad de remover los restos mortales".




¿QUÉ PRESUPUESTO TENÍAN LA OBRAS?



El 31 de mayo de 1951 el consistorio establece, que “para llevar a cabo el acuerdo de esta corporación de construir un nuevo cementerio precisa formar un presupuesto extraordinario por una cantidad de veintinueve a treinta mil pesetas que se calcula puede faltar para dichas obras después de agotar las cantidades consignadas en los Presupuestos ordinarios de 1949 y 1950. A los pocos meses, el 7 de julio de 1951 ya se sabe el precio exacto: 29.794 pesetas; una cantidad que resulta de la suma de diferentes conceptos, según se puso por escrito:


3.000.- Jornales que se puedan invertir en el arranque de la piedra.
5.000.- Transporte de la piedra.
8.000.- Jornales a los albañiles.
4.000.- Peones de albañil.
2.500.- Puerta de hierro para la entrada del cementerio.
1.300.- Cien fanegas de yeso, a trece pesetas una.
2.000.- Madera necesaria para construir la capilla y sala de autopsias.
1.500.- Dos mil tejas para la capilla y depósito de cadáveres.
2.100.- Atender a los gastos imprevistos de este presupuesto.
100.- Gratificación al jefe de la sección provincial de administración local.
294.- Gratificación que corresponde al Secretario Interventor y Depositario Municipal

El Archivo Municipal de Villapalacios conserva un expediente completo con toda esta documentación del presupuesto extraordinario que tras aprobarse en sesión ordinaria el 30 de septiembre de 1950 se prolonga hasta 1953 (6).

Esta cantidad más las 5.000 pesetas que costaron los terrenos elevaban la cifra a un total de 34.794 pesetas.

¿DE DÓNDE SE OBTENDRÍA EL DINERO?

La forma escogida por los representantes municipales fue la del donativo voluntario de los habitantes de Villapalacios. "El Ayuntamiento acordó invitar a todo el vecindario para que, con arreglo a las posibilidades económicas de cada uno contribuyeran con un donativo hasta cubrir la cantidad de 29.000 pesetas que se consideraban necesarias para llevar a afecto las mencionadas obras".

Pero el donativo no fue tal, ya que según consta, el dinero fue ingresado por los vecinos de la población que cosechan aceite en concepto de donativo para la construcción del nuevo cementerio de esta villa, cuya cantidad procede de premio concedido a los mismos por el Sindicato Provincial de Olivo por la pronta entrega del cupo forzoso de aceite asignado a esta población en el año 1948-49. Total 21.850”.

Y prosigue: ingresado por las dos almazaras de esta villa en concepto de donativos que hacen para la construcción del cementerio nuevo cuya cantidad fue cobrada a los cosecheros que molturaron aceituna en dichas almazaras en la campaña 1947-1948. Total 7.944. En este segundo caso la cantidad se calculó con arreglo a los kilos de aceituna que cada olivarero llevó a la almazara.

Y es que no todo el mundo estaba de acuerdo con la idea de hacer un nuevo cementerio. Muchos vecinos tenían miedo de que sus muertos quedaran abonados, o lo que podía ser peor, que fueran sacados de su descanso eterno para ser trasladados al nuevo recinto. Si los muertos continuaban donde estaban, el problema sería que tendrían que ir a rezar a dos lugares distintos situados en los dos extremos opuestos de la localidad a más de un kilómetro de distancia el uno del otro.

Sin embargo, en el ya famoso expediente, el secretario accidental del Ayuntamiento, Félix Gómez López, explica el 2 de octubre de 1950 que el presupuesto ha sido aprobado por el Ayuntamiento y "expuesto al público sin reclamaciones a lo largo de 15 días", entre 28 de agosto y el 11 de septiembre y que poco después, el 29 de septiembre “la cantidad de la obra ya está en las Arcas Municipales” (7).

 

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Expediente elaborado en 1950 por el Ayuntamiento para dar comienzo a la construcción del nuevo cementerio. El presupuesto extraordinario necesario para llevar a cabo los trabajos y escritura de compraventa de los terrenos de la Viña de los Almendros, donde se ubicaría el nuevo camposanto. Los tres se conservan en el Archivo Municipal de Villapalacios. / FOTOS JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS



¿QUIÉN TRABAJÓ EN LAS OBRAS?


En un acuerdo del Ayuntamiento del 31 de diciembre de 1952 ha quedado registrado el contrato suscrito por el Ayuntamiento con los vecinos Nilamón Amador Pajares y Pedro José Beas para construir el cementerio de acuerdo con las condiciones pactadas el 30 de noviembre anterior por 20.000 pesetas. En la aprobación se hace que la condición de que las obras se hagan “fuertes y sólidas” (8). Poco después, por un documento de pago del 4 de enero de 1953 conocemos la relación de las personas que trabajaron en el nuevo cementerio y la cantidad que recibieron por su labor. Fueron estos:

Juan José Martínez Bermúdez, Ramón Marqueño Valenciano, Juan Gutiérrez Herreros, Salvador Algaba García, Joaquín Beas Pérez, Juan José Membrilla, Ramon Montano Hinarejos, Celestino Cano Olivas.
Por el arranque de piedra: 3.375, 5 pesetas, más 72,5 de imprevistos.

Pedro José Navarro.
Por el transporte de la piedra: 9.546 pesetas (763,68 metros cúbicos a 12,5 cada uno).
Por 12 mangos de pico para el arranque de la piedra: 78 pesetas.

Nilamón Amador Rodríguez. Por los trabajos de albañilería: 11.093,80 pesetas.

Serafín Medina Inclán. Por una puerta de hierro para la entrada: 5.600 pesetas.

Se conservan los recibos firmados por cada uno de ellos correspondientes a 1950, 1951 y 1952. También un recibo del 4 de enero de 1953 del pago realizado en 1950 como gratificación al Jefe de la Sección Provincial de administración local de 100 pesetas, por haber examinado y aprobado el presupuesto extraordinario.



¿CÓMO FUE EL RITMO DE LOS TRABAJOS?


Las obras debieron comenzar pronto. En octubre de 1950 constan pagos a los encargados de arrancar la piedra y trasladarla. Los documentos no especifican de dónde se trajo este material para levantar los más de 300 metros lineales de las paredes, pero con total seguridad que la piedra se extrajo de la cantera situada a menos de un kilómetro de la localidad, pasado el llamado Huerto del Cura (9). Los jornales de albañilería que se pagaron a finales de ese año demuestran que a finales de este año se estaba trabajando en el muro con toda seguridad.

Dos años después, el 30 de noviembre de 1952, las obras habían avanzado, pero quedaba trabajo por hacer. En ese momento el consistorio autoriza al alcalde para contratar más material y mano de obra con el fin de "terminar totalmente” las obras del cementerio (10).

En ese momento los trabajos pendientes eran: Revocar las paredes del muro y de las dos casetas y la capilla con mezcla de cal y arena. Rematar el muro perimetral con una albardilla de hormigón para protegerlo de las inclemencias. Poner la cubierta de madera a las dos casetas, a cuatro aguas. Hacer una chimenea en la caseta del vigilante. Colocar una cubierta de las llamadas de "paridera", con doble refuerzo en la capilla y en el interior hacer una bóveda yeso y cañizo "de forma artística". Un pequeño altar y un porche. La puerta sería de madera de pino con cristales. También falta poner el suelo de mosaico y las ventanas. En las casetas faltan poner puertas y ventanas y prepararlo todo para poder instalar la puerta de hierro de la entrada al recinto que llevará "un montante de hormigón de cemento hecha de una forma artística, como el remate de los postes que serán de piedra.

Para todas esas obras que faltan el Ayuntamiento acuerda pagar 12.600 pesetas en el ejercicio y el resto en el próximo de 1953.

De 1954 no tenemos noticias, pero a finales de mayo de 1955 ya hay mucho trabajo terminado: Todas las paredes exteriores, las de las dos casetas y la capilla ya están enlucidas y tienen cielo raso y techumbre. También está colocada la puerta de hierro de la entrada y otra, también de hierro, en la capilla del centro. Ya están colocadas las ventanas de las casetas.

No conocemos ninguna imagen de esta obra. Hasta ahora que ha caído del cielo una imagen inesperada, otra vez, del ejército del Aire de los Estados Unidos, esta vez del vuelo realizado en 1956-1957:

nuevoVista aérea de Villapalacios en 1956 y 1957, en el segundo vuelo aéreo del ejército de los Estados Unidos. / FOTOTECA DEL CENTRO NACIONAL DE INFORMACION GEOGRÁFICA (CNIG).

La imagen parece, a primera vista, igual que la que encabeza este artículo de 1945 y 1946. Pero no. Si observamos con detenimiento la parte derecha de la fotografía, puede verse un pequeño polígono cuadrangular situado en lo que antes era un campo sin árboles, junto a un olivar, la llamada "Viña de los Almendros. Se trata del cementerio que se estaba construyendo, en la primera, y posiblemente única imagen que hay de él. Pero hay que verlo con más detalle:

 

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Detalle de la imagen anterior en el que se aprecia mejor el recinto del cementerio en 1956 y 1957. / FOTOTECA DEL CNIG.

 

Y situar los elementos del croquis que se ha visto antes de junio de 1950 en el plano. Una de las cosas que más destacan es que no se había respetado la forma trapezoidal que dibujó el maestro de obras y que se aprobó en 1950. Al final, la forma que se levantó sobre el terreno es la de un cuadrángulo. La puerta principal, en vez de situarla en el centro del lado más corto, acabó estando en una de las esquinas, tras recortarla en forma de chaflán. Y efectivamente, la capilla estaba situada en el centro casi exacto del recinto.

 

 

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Detalle de la imagen con los datos de interés del recinto del nuevo cementerio. / FOTOTECA DEL CNIG.

Pero al nuevo cementerio le quedaban todavía cosas por hacer para poderse utilizar. Por eso, el 31 de mayo de 1955 en el pleno municipal, su alcalde, Sisenando Pajares, dio cuenta del presupuesto confeccionado para poder terminar las obras, según la memoria que acababa de presentar el maestro de obras Juan Belmonte Marqués, con la idea de pedir a la Diputación ayuda y poder terminarlas. En los trabajos pendientes se incluyen también la conducción de aguas de un kilómetro hasta el cementerio y la construcción de un camino que acabe comunicando el cementerio con el casco urbano.

El coste de materiales, mano de obra y valoración de los terrenos a expropiar para hacer el camino se calculan en un total de 48.000 pesetas. Tras examinar las cuentas, el Ayuntamiento aprueba el presupuesto por unanimidad y solicitar de la Diputación Provincial una subvención por esa cantidad a fondo perdido, cargo al Plan de Cooperación Provincial de Obras y Servicios Municipales, ya que el ayuntamiento no le es posible ejecutarla.

En ese momento el coste de la obra ascendía a un total de 82.794 pesetas, después de sumar las 5.000 de los terrenos, las 29.794 de las obras hasta este momento y las 48.000 que se había presupuestado faltaban para rematarla.

La petición que eleva el día siguiente, 1 de junio de 1955 y en ella se especifica que, hasta la fecha, no se le había asignado ayuda alguna y se apunta lo que tenía que ser un enorme problema: que era imposible seguir enterrando en el cementerio “por estar totalmente ocupado y ello lo demuestra que constantemente vienen saliendo restos humanos”.

Por eso es “de verdadera necesidad y urgencia el abrir un nuevo cementerio”. La situación tendría que ser caótica si el ritmo de fallecimientos se mantenía, ya que habían pasado más de cinco años desde que se planteó construir un nuevo cementerio. (11)

La respuesta llegó unos meses después. El 21 de febrero de 1956 el consistorio se da por enterado de la respuesta de la Diputación pese a que solo se escucha parcialmente: “Ha sido aprobado el Plan Bienal del Servicio de Cooperación en el que figura este municipio con la ayuda de 28.800 pesetas para la construcción del cementerio equivalente al 60% del importe de las obras a realizar y se concede a fondo perdido” (12). Se había conseguido la ayuda, pero era claramente insuficiente.

Entre febrero y abril de 1956, visto que no se tiene el dinero necesario para terminar los trabajos y tras comprobar que el terreno era tremendamente duro, los responsables municipales, con el alcalde Sisenando Pajares Resta a la cabeza, vuelven a poner sus ojos en el cementerio obsoleto, que hace siete años se aseguraba era imposible ampliar. Pese a la gran cantidad que se había invertido en la compra y en las obras desde ese momento, la única posibilidad de poder seguir enterrando a los muertos era el cementerio de siempre.

Así que el 9 de abril de 1956 el consistorio enumera, entre las necesidades más urgentes, --alcantarillado y red de distribución de agua a domicilio--, el tema del cementerio:


“El actual está en malas condiciones pues a más de ser excesivamente pequeño y estar deteriorado se encuentra situado dentro del casco de la población por lo cual hace unos años empezó a construirse uno cuyas obras se encuentran casi terminadas que solo falta construir el camino de acceso y algunas obras en el interior de poca importancia, para estos fines la diputación provincial no ha concedió 28.800 pesetas con cargo al fondo de cooperación provincial. De las 48.000 pesetas al efecto solicitadas" (13).

En octubre de 1957 se produce el cambio en la alcaldía y abandona su puesto Sisenando Pajares, en el cargo desde mayo de 1946 y por lo tanto más de 11 años. El nuevo alcalde, Robustiano Rodríguez, firma el 20 de enero de 1958 la clásica memoria del año anterior de la labor realizada por el Ayuntamiento que se mandaba a las autoridades provinciales en enero de cada año. Aquí se puede leer, que las opciones son otras que las que se han mantenido hasta ahora:


"Asimismo, es de mucha urgencia ampliar el cementerio, pues es casi imposible la inhumación de cadáveres por la falta material de espacio, siendo conveniente también la reforma de la obra extiende por su vejez y mal estado. Desde 1953 existe casi terminado un recinto que se edificó para nuevo cementerio, pero resulta inadmisible para tal finalidad, toda vez que está situado sobre un terreno rocoso adonde resulta casi impracticable para fosas y para hacerlas se haría necesario el empleo de explosivos.

Debido a estas razones es por lo que este Ayuntamiento considera más conveniente la ampliación del viejo cementerio pues con ello se evitaría el traslado de restos o el abandono de los mismo a la vez que por su cercanía el caso urbano se conservaría la piadosa costumbre de este vecindario de acompañar a los cortejos fúnebres hasta el propio cementerio, para estas obras creemos tener suficiente con una subvención concedida para excelentísima diputación de 28.800 pesetas más lo consignado en el presupuesto municipal (14).

Entre las razones para no poder concluir las obras, más allá del dinero que falta, la dureza del terreno: "haría necesario el empleo de explosivos", escriben de forma gráfica. Ahora también se alega que la ampliación del viejo cementerio evitaría el traslado de los restos o su abandono, que tanto preocupaba en 1950 a los vecinos, pero que no se tuvo en cuenta entonces.



entierroLos de Villapalacios siempre han acompañado a los suyos desde la iglesia hasta el cementerio, por el paseo de la Bolea, para darles el último adios. / FOTO J. Á. MONTAÑES.


A los pocos días, el 8 de febrero de 1958, en el primer punto de la reunión del consistorio se puede leer:

“Se plantea la necesidad reformar y ampliar el cementerio municipal ya que el mismo está de tiempo inmemorial y resulta casi imposible la inhumación de cadáveres por la falta material de espacio, ocasionando cada un nuevo enterramiento a remoción de restos recientes y aunque se tiene otro cementerio en construcción se considera no debe de utilizarse ya que el mismo esta emplazado sobre un terreno rocoso que resultaría costosos la apertura de fosas, además está situado en el lugar donde se celebra anualmente la feria de ganados y es zona que se considera la más apta para construcciones y por lo tanto donde ha de extenderse rápidamente la población ya que se tiene en proyecto la construcción de un grupo considerable de viviendas y por otro lado el vecindario en general considera -asimismo- que a este recinto se le de otra aplicación más en consonancia con su emplazamiento y se amplié el cementerio que existe hoy en servicio". (15)

Aquí se alega otra causa de peso, además de las condiciones del terreno: el hecho de que el cementerio que se esta a punto de concluir coincide en el mismo lugar en el que se celebra desde septiembre de 1950 la feria de ganado, el escaparate anual en el que todo el mundo de la comarca, incluso de la capital, Alcaraz, se traslada a Villapalacios durante unos días para hacer las transacciones de ganado. La Feria, que llevaba entonces siete años celebrándose, fue una de las apuestas más destacadas del consistorio en esos años.

Estaba claro que los intereses para esa zona habían cambiado con los años y ahora estaba considerada de gran interés por ser la más apta de la población para crecer. Incluso, se apunta, que existe un proyecto para la construcción "de un grupo considerable de viviendas". El consistorio asegura que el recinto construido que no sirve para cementerio se destinaria a "otra aplicación más en consonancia con su emplazamiento".

Acto seguido y en la misma reunión se acordó iniciar los trámites para llevar a cabo la ampliación del cementerio viejo y obsoleto. Entre los primeros acuerdos, requerir a los dueños de los terrenos colindantes que, previo pago al precio que se valoren los terrenos, se permita la ampliación. El 15 de junio de 1958 se da cuenta de que el Gobernador Civil ha aprobado el expediente tramitado por el Ayuntamiento para ampliar y reformar el cementerio.

Estos trabajos serán objeto de estudio en otro lugar de esta págin
a (16).

¿CUÁL FUE EL DESTINO DE ESTE RECINTO?

Tras conseguir el permiso provincial --utilizando las más de 28.000 pesetas que se habían concedido de subvención--, el terreno que estaba a punto de terminarse quedó sin utilidad. Así plantean el tema en la misma reunión del 15 de junio de 1958:

"Nos encontramos en el caso de acordar el uso que ha de dársele al recinto destinado para nuevo cementerio ya que no se ha de utilizar como tal, por lo que la Corporación, tras un detenido estudio de la mejor utilización de este recinto, acordó por unanimidad: que dicho cercado sea destinado para Campo Municipal de Deportes, denominándose así para lo sucesivo y en donde la juventud de este pueblo pueda ejercitar los deportes que al efecto se organicen." (17)

Pero no solo eso:

"Que aparte de esto y en atención que la legislación vigente dispone de un recinto con motivo de la Feria de ganados que anualmente se celebra en esta localidad y considerando que el mismo reúne las debidas condiciones de capacidad, se acuerda asimismo el utilizar este cercado para recinto de la feria de ganados".

Lo último fue aprobar las obras necesarias para que el "local" se adapte a los nuevos fines.

Así fue como el recinto en el que estuvo trabajando más de ocho años acabó siendo algo totalmente contrario: de un lugar dedicado a los fallecidos, a un lugar para la salud de los más jóvenes. De hecho, hay personas que recuerdan que hasta hace muy poco en la puerta del recinto había una cruz, donde hoy ahora hay una farola.

 

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Inauguración del recinto como Campo Municipal de Deportes de Villapalacios por el sacerdote Miguel González,
en compañía de las autoridades civiles y militares de la localidad. / FOTO DE AUTOR DESCONOCIDO.



Conocemos una foto, todavía sin fecha exacta, en la que puede verse al párroco de entonces, Miguel González, bendiciendo lo que parece ser la inauguración de este recinto, en compañía de un grupo de personas, seguro que las autoridades municipales y militares (guardia civil) del momento. En el suelo se pueden ver las líneas recién marcadas del campo de futbol, pero todavía no hay rastros de la plaza de toros que dominará tiempo después.

Este enorme espacio se fue llenando, poco a poco. Pronto se empezaron a celebrar las corridas de toros en este lugar, después abandonar los corrales en casas del casco urbano en los que se celebraban durante décadas. La primera plaza fue de palos y remolques en los que los vecinos colocaban sillas que bajaban de sus casas y luego, poco a poco, a base de ir haciendo diferentes tramos de obra. De hecho, los toriles, por su disposición, aprovecharon la estructura del cementerio civil que ya se vio construido en 1956. En la parte derecha del recinto se construyó, eso costaba poco, un enorme campo de futbol al que pronto la plaza de toros le comió un trozo. La no inaugurada caseta del guarda y el edificio de las autopsias acabaron convertidas en enfermería, vestuarios y aseos.

 

Imagen aérea de la zona de 1973-1976, cuando en la plaza de ya se había comenzado a construir el anillo de obra. El campo d futbol mutilado está a su derecha. / FOTOTECA DEL CNIG.

Más tarde, el terreno se amplió, no sabemos si cumpliendo el compromiso con Engracia Giménez, la dueña que había vendido la finca en 1951 o con sus herederos de que "se comprometía a vender otros 1.000 metros cuadrados más del mismo solar en el caso de que la parcela vendida fuera insuficiente para los objetivos que se le quería dar". Los objetivos no eran los mismos, pero el espacio se quedó insuficiente cuando se decidió construir aquí también la piscina municipal y un bar. Se amplió el terreno y se trasladó allí el campo de futbol y una pista de tenis. Esta es una imagen de 2004.

La Feria agrícola no se celebra desde que la mecanización del campo acabó con la necesidad de comprar y vender mulas, caballos y cualquier otro animal. Pero en Villapalacios todavía se celebra su apertura de forma solemne (en 2019 es el domingo 15 de septiembre). Todo el pueblo baja andando a la Cuerda detrás de la banda de música y, desde hace unos años, de carrozas de las peñas. Tras izar la bandera y sonar el himno nacional, todos los de Villapalacios entran en el recinto que nació para ser cementerio para celebrar allí que un año más viven las fiestas de su pueblo, con toda su gente.

 

2004 Vista de la zona en 2004 en la que se puede ver la piscina municipal, cómo se trasladó el campo de futbol a la nueva zona ampliada y también la pista de tenis. / FOTOTECA DEL CNIG



Algunas fotografías del recinto en la actualidad:

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Imagen aérea de los últimos años. A la izquierda, hasta los pinos, el primer recinto, con la piscina muncipial y el bar. A la derecha la ampliación posterior, con el campo de futbol y el tenis. / FOTO DE ALBERTO JIMÉNEZ NAVARRO

 

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Muro principal de acceso al campo de deportes, con la puerta de hierro que se construyó en los años 50 para el cementerio. En la parte de adentro, justo al entrar a la derecha, la enfermería, primigenia sala de autopsias, y a la izquierda los aseos y vestuarios, que en origen tenía que ser para el guarda del cementerio. Por último, imagen de 2019 de la piscina en pleno funcionamiento y fachada de la plaza de toros, situada muy cerca de dónde estuvo la capilla que a punto estuvo de entrar a funcionar, pero de la que no queda rastro alguno en la actualidad. / FOTOS JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS / ÁLEX COSTELL

 

 

 

NOTAS

1.- Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1947- 1951, f. 61v.

2.-
Archivo Municipal de Villapalacios. Expediente para construir un nuevo cementerio en el sitio “Viña de los Almendros”, de este término municipal, siendo alcalde D. Sisenando Pajares Resta. Año 1949.

3 -. Guía de Albacete y su provincia, 1948, p. 108. Artes Gráficas Collado, Albacete 1948.

4.- Archivo Municipal de Villapalacios. Cuentas del presupuesto extraordinario del año 1950 para la Construcción del Nuevo Cementerio de esta Villa.

5.- Archivo Municipal de Villapalacios. Escritura de compraventa otorgada por Engracia Jiménez Linares a favor del Ayuntamiento de Villapalacios. Barrax, 28 de marzo de 1951.

6. - Archivo Municipal de Villapalacios. Cuentas del presupuesto extraordinario del año 1950...

7.- Al comenzar las obras las partidas fueron variando con respecto a las presupuestadas. Por un lado, no se habían gastado 7.646 pesetas al haberse ahorrado 905,50 del pago de jornales de los peones, 1.300 por no haber comprado el yeso, 2.000 por no poder comprar la madera para la capilla y 1.500 por no haber comprado todavía la teja. Por otro, se habían tenido que pagar 4.546 pesetas más por extraer la piedra y 3.100 más por acabar la puerta de acceso.

8.- Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1952-1954, folio 43.

9.- La cantera estaba situada a la derecha del camino que lleva a lo que en Villapalacios se conoce como el Huerto del Cura, justo a unos 80 metros al pasar el cruce del camino con lo que fue la vía de tren Albacete-Baeza, hoy Vía Verde. La cantera estuvo en funcionamiento hasta los años sesenta, para construir muchas de las casas y las lápidas para el cementerio, como puede comprobarse en las tumbas más antiguas, que no han sido reformadas o están abandonadas. En la actualidad es una zona de cultivo y tan solo se aprecia que el terreno tiene un nivel inferior al resto por la extracción de la piedra.

10.- Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1954-1957, f. 24.
Los trabajos en concreto eran:
Revocar por los dos lados las paredes del cementerio con mezcla de cal y arena de buena calidad. En las paredes que no dan al tiempo, la mezcla está compuesta de tres partes de arena y una de cal y en las que dan al tiempo, dos de arena y una de cal.
Revocar por fuera de la misma forma las paredes de las dos casetas y capilla y enlucirlas por dentro con yeso o mezcla de cal y arena. / Poner albardilla de hormigón de cemento a todas las paredes con una elevación en el centro de 15 centímetros por cima de las paredes, con la corriente suficiente de forma que sobresalga por ambos lados de la pared seis centímetros y tenga un grosor de cinco centímetros a ambos lados. De tres partes de arena y una de cemento. / Poner la cubierta de las dos casetas a cuatro aguas empleándose maderas de buenas condiciones y fuertes. / Para sujetar la teja se pondrán tablas o cañizos y después cielo raso. Hacer una chimenea en la caseta de la izquierda. Poner la cubierta en la capilla de las llamadas de paridera, con doble refuerzo de cadenas en las esquinas para sujetar la teja en la cubierta de la capilla pondrá también tablas o cañizos. / Hacer una bóveda en la misma con yeso y cañizo la cual necesariamente habrá de tener una forma artística. Hacer en dicha capilla un pequeño altar y un porche en la puerta. Poner en la misma una puerta de madera de pino con cristales, poner piso que facilite el ayuntamiento de mosaico y tes marcos cristales en las ventas. / Poner una puerta de madera de pino en cada una de las casetas de las llamadas de media madera, clavada y tres ventanas en las dos casetas de madera de pino. / Hacer la obra necesaria con los correspondientes materiales para colocar las dos puertas de hierro que el ayuntamiento facilite para la entrada del cementerio y a la capilla. La primera llevara un montante de hormigón de cemento hecho de una forma artística, como igualmente el remate de los postes de ambas todas. Estos postes serán hechos de piedra y cemento o cal.

11.- Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1954-1957, f. 50 v.
En este momento las obras pendientes de hacer eran:
Capilla: terminar el enlucido de las paredes y construcción de un pequeño altar y pavimento. / Casetas: pavimento, enlucido de paredes y en la sala de autopsias, instalar una piedra de mármol o similar, agua corriente, lavabo y material de aseo. / Urbanización interior: señalar los cuarteles y los panteones, delimitar las sepulturas y construir paseos para poder acceder a todos los sitios del cementerio. / Captación de agua: Conducción desde el pueblo de un kilómetro de tubería para poder tener agua y riego. / Acceso desde la población: construcción de una pequeña pista con firme de piedra machacada de cuatro metros de ancho y quinientos de longitud, desde a bajada del pueblo a la Venta de la Felipa, con lo que será preciso la expropiación de terreno.

12. Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1954-1957, f. 51.

13. Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1954-1957, f. 54.

14.- Archivo Municipal de Villapalacios. Informe de la labor realizada por el Ayuntamiento de Villapalacios en 1957. 20 de enero de 1958.

15.- Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1957-1961, f. 14.

16.- Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1957-1961, f. 17.

17.- Archivo Municipal de Villapalacios. Actas municipales de Villapalacios, 1957-1961, f. 27 v.

 

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