Historia de Villapalacios. Temas
Construcción de un cementerio en 1862 «en un sitio opuesto a los vientos dominantes»
Tras cinco siglos enterrando a los muertos en el interior de la iglesia de San Sebastián, o en sus alrededores, una orden de Carlos III obligó hacerlo fuera de las poblaciones, para evitar enfermedades e incomodidades.
Por José Ángel Montañés Bermúdez. Publicado el 18 de mayo de 2016. Actualizado el 5 de agosto de 2024.
Vista del cementerio de Villapalacios, desde "El huerto del cura", en 2012. / FOTO J. Á. MONTAÑÉS
El entierro de fallecidos en el interior de los templos fue una práctica normal hasta el siglo XVIII, pero también un asunto que preocupó durante años a las autoridades. En agosto de 1784, una real orden de Carlos III dispuso que a partir de ese momento los cadáveres no fueran inhumados en los templos, para evitar incomodidades y enfermedades. Tres años más tarde, en 1787, una real cédula restringía el derecho de inhumacion a prelados, patronos y personas del estamento religioso, que, sin duda seguían haciéndolo.
Las sucesivas epidemias sufridas por la población llevaron a que los responsables locales; tanto en las ciudades como en los municipios, a realizar una política de higiene pública, basada, sobre todo, en la retirada de los desperdicios de las calles. Pero había una costumbre extendida que representaba un gran atentado contra la salud: el entierro de los miembros de la comunidad fallecidos dentro de las poblaciones, y en concreto en el interior o alrededores de las iglesias. Por eso, se ordenó la construcción de:
Cementerios fuera de las poblaciones siempre que no hubiere dificultad invencible o grandes anchuras dentro de ellas, en sitios ventilados e inmediatos a las parroquias y distantes de las casas de los vecinos.
Pero la orden no se cumplió a rajatabla, al menos hasta comienzos del siglo XIX, por la falta de fondos parroquiales y la resistencia de los feligreses, tal y como explica José Luis Santonja en La construcción de cementerios extramuros: un aspecto de la lucha contra la mortalidad en el Antiguo Régimen. En este sentido, en 1804 se nombraron comisionados para atender la construcción de cementerios en todo el país. (1)
En Villapalacios, como pudimos ver cuando se estudió el documento del siglo XVI Razon de las sepolturas que ay en la yglesia de Villa Palacios, escrito, sin duda, por Luis Manrique de Lara, para elaborar el artículo sobre la lápida conservada de Rodrigo Manrique de Lara, la costumbre de enterrar a los muertos en el interior de la iglesia estuvo presente desde los primeros años de vida de la localidad hasta el XIX. (2)
Así lo pudimos comprobar en los libros de Actas de Defunción de Villapalacios conservados en el Archivo Diocesano de Albacete y en el Archivo Parroquial de Villapalacios. En estas actas se describe de forma escueta, como estaba prescrito por la autoridad eclesiástica, el lugar dónde se enterraba el cadáver, aunque a veces se olvidaban hacerlo, como se les recrimina con insistencia tras las visitas del vicario de Alcaraz. Desde las primeras actas, escritas en 1619, surgen expresiones como «junto a la columna bajo el coro», junto «junto a la pila del agua en la nave», junto a los altares «de San Francisco», «de Nuestra Señora del Rosario», «de las Animas», «de la Soledad», «del Santísimo Cristo», etcétera, o «bajo el coro del órgano frente del postigo del penúltimo arco».
Las actas mencionan varias lápidas en el interior de la iglesia: «se enterró en su tumba de la fábrica que está pegada a la piedra que hay al entrar de la puerta hacia el coro», «por encima del postigo cerca de la losa junto al altar de San Francisco», «confina con la lápida cerca del altar de San Francisco», «junto a la puerta mayor cerca de la lápida» o «confina con la lápida de la puerta mayor».
En las Relaciones Topográficas de los pueblos de España, hechas de orden de Felipe II... de 1578, los vecinos declaran que los Condes y sus hijos se mandan enterrar en el monasterio de San Francisco de Villaverde (Relaciones Topográficas... tomo II, relación nº 279, 39 capítulos). Salazar y Castro confirma, en su obra Historia Genealógica de la Casa de Lara, que en aquel monasterio si se enterró Rodrigo Manrique, III Conde de Paredes en el año 1536, pero que los demás lo hicieron en el monasterio de Uclés. Sin embargo, si menciona a otros miembros de la familia que allí se enterraron: en 1501 Doña Leonor de Acuña, II Condesa de Paredes; en 1509, Isabel Fajardo, primera esposa de Rodrigo Manrique; en 1558, Ana Manrique, su segunda esposa y dos hijos de este mismo Conde: Julián Manrique, del que no sabemos la fecha de su muerte, pero si que fue anterior a la de su padre en 1536 y Luis Manrique, Capellán Mayor y Limosnero Mayor de Felipe II, que murió en diciembre de 1583.
Vista del cementerio desde el paseo de la Bolea, en un fragmento de una fotografía de los años sesenta. / FOTO BELDA
Por este mismo autor sabemos que en el interior de la iglesia de San Sebastián de Villapalacios fueron enterrados varios miembros de la familia Manrique, aparte de Rodrigo Manrique, Comendador de Biedma, cuya lápida se ha conservado hasta nuestros días: Juan Manrique, hijo de Rodrigo Manrique, el III Conde de Paredes y su segunda mujer Ana (no menciona la fecha pero si que fue antes de la muerte de su padre en 1536 y que murió con pocos años de edad) y Juana Manrique, hija también de Rodrigo Manrique y Ana, que murió en 1590 y que manda en su testamento, que hemos hecho público en esta web, ser enterrada en la iglesia de Villapalacios junto a su marido el Capitán Gerónimo de Aliaga, conquistador del Perú, que había fallecido con anterioridad.
No conocemos la existencia de ninguna otra lápida que proceda de la iglesia de Villapalacios, pues ya dijimos que la de los "Condes de Paredes" es única en el cementerio de Villapalacios.
La última fecha que menciona un entierro dentro de la iglesia parroquial de San Sebastián de Villapalacios, corresponde al 4 de mayo de 1792, cuando el finado Ildefonso Melendez es enterrado «a pie del altar de San Antonio». No encontramos ninguna referencia a enterramientos fuera de la iglesia hasta que, en 1852, Tomás Polo es sepultado «a los diez pasos de la puerta de este camposanto a la derecha de su entrada junto al poste de la Capilla mayor, en una sepultura nueva, que al efecto lo edificó la parte interesada, de cal y canto y cubierta de tejas».
Seguramente se refiere al cementerio que surgió a principios del siglo XIX alrededor de la iglesia y que se utilizó hasta mediados del siglo XIX. Es en este momento en el se construyó el cementerio actual. Transcribimos la breve acta municipal de 1862 en la que se anuncia que ya se ha construido.
Acta de construcción del cementerio en Villapalacios
Actas de Sesiones del Ayuntamiento de Villapalacios, 21 de diciembre de 1862, sin paginar.
Archivo Municipal de Villapalacios
TRANSCRIPCIÓN:
Permaneciendo reunidos se recibe en este acto y se dio cuenta acto seguido de la circular del Señor Gobernador de 16 del corriente con lectura íntegra de la misma sobre construcción de cementerios en los pueblos que carezcan de este lugar sagrado así como en los que los haya se reformen los que no estén con arreglo a lo dispuesto en dicha circular, y en su consecuencia el Ayuntamiento acordó: Que se haga presente al Señor Gobernador como en esta Villa se ha construido en el presente año [1862] un cementerio, que de bien reune todos los requisitos y circunstancias que el Señor Gobernador dispone en precitada cricular, en concepto del Ayuntamiento del Señor Gobernador es suficiente a favor la estension de esta localidad ocupando un sitio opuesto a los vientos dominantes en la población, ocupandose el señor alcalde desde este dia a dar principio a la favoracion del reglamento de que habla la Regla 12 de la referida circular, al cual remitirá en su dia a la superior aprovacion al señor gobernador.
Se levanta la sesión dandola por concluida, siendo las dos de la tarde cuya continuación la firmaron los concejales que saben....
Imagen del documento. / Foto de J. Á. M.
COMENTARIO:
La reunión ordinaria había comenzado a las once de la mañana. Se reunieron el alcalde José Librado Resta (que ostentó solo el cargo un año, el del 1862, y fue la ultima reunión que presidió) y cuatro concejales: Eulogio Martínez, José Garrido, Pio Polo y Antonio Resta. Se leyó la circular del gobernador recibida seis días antes y se ordena que se le responda que ya se ha construido uno ese mismo año que reúne los requisitos que se les pide: extenso para la población y en un sitio opuesto a los vientos dominantes de la población. La nota es escueta, pero marca la fecha de la construcción de esta importante infraestructura municipal.
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