"> Calices en Portugal de Felipe II y Luis Manrique

Historia de Villapalacios. Personajes

Dos cálices vinculados con Luis Manrique de Lara conservados en museos de Portugal

Las copas fueron entregadas por Felipe II y su limosnero mayor en 1581 y 1582, como se lee en sus inscripciones. Uno de los cálices se regaló a la primera fundación cafmelita descalza del país luso; una orden que Manrique ayudó a crear por su amistad con Santa Teresa.

 

 

 

Por José Ángel Montañés. Publicado el 9 de diciembre de 2024

 

 

 

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Los cálices de Elvas y Lisboa donados por Felipe II en 1581 y 1582 donde aparece el nombre de Luis Manrique de Lara.

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El día de la Epifanía, hizo aquella solemne ofrenda de los tres cálices a la misa mayor, representación harto al vivo de la que hicieron los tres Magos a nuestro Redentor, recién nacido en los brazos de su Madre y en los de la pobreza, que quiso el Señor inmenso abrazar por enriquecernos; acostumbró toda su vida a hacer esto el pío Monarca con mucha devoción, y heredó con el reino también la santa costumbre el Rey don Felipe III, su hijo.

Los cálices, que son de plata dorados, con sus sobrecopas, llevan dentro aquellos místicos dones: oro, incienso y mirra; poníase de rodillas en la grada del altar mayor, a los pies del sacerdote, que hace y tiene las veces de Cristo en aquel lugar, y, teniendo la patena en las manos, la besaba el Rey con boca y con ojos, y el cáliz que tenía en la mano le daba al diácono que estaba al lado del sacerdote (Sigüenza 2010: 65 y 66).

 

El emperador Carlos I empezó a realizar esta ceremonia cada 6 de enero, fiesta de la Epifanía, en la capilla del Palacio Real. El ofrecimiento de los tres cálices simbolizaba las tres ofrendas que los Reyes Magos habían hecho al Niño Jesús: oro, incienso y mirra, sustituidos por una moneda de oro, incienso y cera en cada uno de ellos.

Fue su hijo Felipe II quien estableció la costumbre de donar uno de los tres cálices al monasterio de San Lorenzo de El Escorial y los otros dos los repartía en iglesias y monasterios de sus reinos (Martínez 2005: 276, 910 y 933).

Todos estos cálices, denominados “cálices limosneros”, tienen unas características comunes que les hacen ser especiales dentro de la platería española, según los expertos que han estudiado el tema, (Martín 1979: 12-16) como el que en todos aparece una inscripción en la que consta el nombre del rey, la fecha de entrega y quien era el donante, normalmente el limosnero mayor del monarca.

Como sabemos, Luis Manrique de Lara, cura de Riópar y Villapalacios, entre 1543 y 1558, fue también limosnero y capellán mayor de Felipe II desde 1569 hasta 1583, año en el que falleció, por lo que estuvo detrás de la entrega de bastantes de estos cálices.

El de limosnero es un cargo de la corte de Borgoña que tiene como misión fundamental distribuir el dinero que el soberano daba para limosnas. En ausencia del Capellán Mayor de la Grande Chapelle lo sustituye, cosa que ocurría con frecuencia. Entonces gobierna la capilla. Durante las misas rezadas el limosnero llevaba el Evangelio y el portapaz al soberano. También es el encargado de bendecir la mesa cuando el rey come, tanto en público como en privado (Montañés 2022: 113).

En el transcurso de los años y debido a la duplicidad de cargos en las diferentes casas y capillas se produce una simplificación lógica, y el limosnero mayor sustituirá, como jefe único, al primer capellán de la capilla borgoñona. Esto hará que pase a ser la segunda persona en importancia dentro de la capilla real tras el capellán mayor de la Casa de Castilla, y el que le sustituye en su ausencia (Montañés 2022: 114).

El cargo de capellán mayor estaba adscrito al arzobispo de Santiago, siempre ausente de la corte y, por lo tanto, sustituido continuamente por el limosnero mayor. En 1569 Felipe II obtiene del papa Pío V una bula por la que podía nombrar para este cargo a personas diferentes al arzobispo gallego. Según algunos investigadores a partir de 1583, Felipe II, en un intento de clarificar la máxima autoridad de esta institución unifica en una sola persona los cargos de capellán mayor y de limosnero mayor. Sin embargo, podemos afirmar que Luis Manrique fue la persona que, por primera vez, disfrutó de los dos cargos y con anterioridad a la fecha propuesta en estos trabajos, ya que, al menos desde el 30 de enero 1575 ostenta el cargo, tal y como vemos en varios documentos y menciones que venimos pubicando desde hace años. (Montañés 2002 ; Montañés 2022: 117).

Entre los cálices entregados tras la misa de Epifanía de los años 1581 y 1582 hay dos que se conservan en museos de las ciudades de Elvas y Lisboa, Portugal, entregados por Luis Manrique, en los últimos años de ocupar el cargo de limosnero y capellán mayor, ya que falleció en diciembre de 1583.

 

En la parte inferior de los calices aparece la misma inscripción:

PHILIPPVS. II. HISPANIARVM. REX. MEDONAT. ANNO. 1581 [1582]

(Me ha donado Felipe II, rey de España. Año 1581 [1582])

Y en su fondo:  

D. LUDOUVICO. MANRIQUE. ELEEMOSYNIS. REGGIS. PRAEFECTO

(Don Luis Manrique, limonero mayor del rey).

 

 

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Cáliz de Elvas donado por Felipe II en 1581. En la base, centro, se puede leer el nombre del rey la fecha de entrega. Y en el fondo de la base, la inscripción con el donante, Luis Manrique.
© Inventário Artístico da Arquidiocese de Évora/ Carlos Pombo.


 

El primero de ellos forma parte de las colecciones del Museo de Arte Sacro de Elvas desde 1992. Se sabe que perteneció con anterioridad a la extinta catedral de esa ciudad. Mide 25,8 cm de alto y tiene un perímetro entre 15,1 centímetros y pesa 1.169 gramos). El segundo perteneció a la Orden de las Carmelitas Descalzas (que se identifica por su escudo grabado en la parte inferior de la base), sido adquirido luego por el Estado portugués a través de fondos del legado Valmor, pasando, entre 1933 y 1934 a formar parte de la colección de orfebrería del Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa (Margaça Veiga 2019: 53-63).

 

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Cáliz de Lisboa entregado en 1582 a los Carmelitas descalzos de Lisboa.
MNAA inv. 9 Our. © DGPC/LJF – Área de Metal.

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Base del cáliz entregado a los carmelitas descalzos en 1582 donde se pueden ver, arriba, el escudo de la nueva orden situado en la base de la copa y, abajo, el escudo del rey y la inscripción en la que aparece el nombre de Luis Manrique. /© DGPC/LJF – Área de Metal.

 

Las dos piezas, con todo, no son iguales. La copa entregada a las carmelitas es más rica, en cuando a su iconografía, ya que el dosel superior está decorado con querubines en relieve y tiene colgante de cristal de roca.  

Las dos copas, eso sí, son de plata dorada y carecen de marcas y punzones que permitan saber quién fue el orfebre o el taller donde se crearon. Por su tipología, los que las han publicado, explican que están dentro de las piezas realizadas en Portugal y España en los siglos XVI y XVII. Para algunos estudiosos, fueron realizadas en Madrid, en concreto, por el orfebre real Juan Rodríguez de Babia (Valente 2009: 68), por comparación con otras piezas como el de la iglesia de Santa Maria Magdalena de Carranque, en Toledo (Pérez 2004: 118).

Pero no todos los autores están de acuerdo, ya algunos defienden que se trata de producciones portuguesas y que el limosnero Luis Manrique debía de tener en 1582 conocimiento del buen trabajo de los orfebres del país vecino y los encargarían allí y relacionan estas piezas con el ejercicio de poder, al carácter adoctrinador y a la diplomática que al hecho de ser unos cálices limosneros.

Los explican por la historia que se está viviendo en estos momentos en la que Felipe II intentaba «seducir a los prelados portugueses con los beneficios de una monarquía dual» (Grancho 2012: 14), en un momento en el que el rey español aspiraba al trono portugués, tras la crisis sucesoria en el trono del país vecino.

Felipe II aspiraba al trono por tener claros ascendientes portugueses: era nieto de Don Manuel, el Afortunado, rey de Portugal e hijo de la portuguesa y reina de España, Isabel de Portugal. Demás, su institutriz era portuguesa: Leonor de Mascarenhas y uno de sus amigos y valido era portugués: Rui Gomes da Silva. Pero había dos nietos más del rey luso que aspiraban al trono; sobre todo Catalina de Braganza, portuguesa, hija del infante don Duarte, mientras que Felipe era castellano, hijo una mujer, Isabel (Fernández Álvarez 1998: 521)

 

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Fragmento del retrato de Felipe II realizado por Antonio Moro en 1557. / MUSEO DEL PRADO

 

 

Felipe II entra en Portugal acompañado de su séquito formado por militares como el duque de Alba o el marqués de Santa Cruz; diplomáticos, como Cristóbal de Moura y nobles que tenían lazos familiares con la nobleza portuguesa. Y en ese séquito estaba Luis Manrique de Lara en calidad de limosnero mayor del rey y con fuerte influencia en el clero del país vecino; en una sociedad como la castellana, con una profunda religiosidad.

Entraron por Elvas, primera ciudad que le juró obediencia al monarca, el 18 de junio de 1580, convirtiéndose la ciudad, desde el 5 de diciembre de ese año en sede de la corte, hasta febrero del año siguiente, momento en el que la catedral de Elvas desempeñó el papel de Capilla Real, una institución de gran importancia dentro del ceremonial y servicio de Felipe II. De Elvas viajaron a Tomar, entre el 28 de febrero y el 16 de marzo de 1581. Allí se reunieron las cortes portuguesas el 15 de abril y juraron en Tomar el 15 de abril de 1581, acabó en Lisboa, donde el rey y su séquito se instalaron en el Palacio Real de la Ribeira, de la plaza del Comercio, donde su abuelo materno ya había vivido. Felipe II reinó en Portugal como Felipe I, entre 1580 hasta su muerte en 1598.

Sabemos que Luis Manrique estuvo en Elvas porque Rodrigo de Alencastro lo cita en una carta que escribió el 26 de diciembre de 1580 a Rodrigo de Castro, obispo de Cuenca, en el que le enumera como una de las personas que está en el acto de obediencia que realizó en nombre de los duques Braganza a Felipe II que se llevó a cabo en esa fecha y en esta ciudad (Codoin 1862: 381). 

Es en este contexto en el que se produce la entrega de uno de los cálices. Al legarle un cáliz, el rey pretendía complacer a los portugueses, especialmente al clero, que eran tan influyentes en la sociedad, pero también dejar un símbolo que perpetúe su memoria (Margaça Veiga 2019: 66).

El segundo, entregado a la nueva comunidad de los carmelitas descalzos podría tener que ver con el papel que jugo Luis Manrique en el nacimiento de esta nueva orden a partir de los calzados. Un conflicto protagonizado por Santa Teresa de Jesús por la que Manrique intercedió ante el rey y que la santa le agradeció en muchas de sus cartas; un proceso que terminó felizmente para Santa Teresa el 22 de junio de 1580, tras la firma del Papa Gregorio XIII aceptando la separación, coincidiendo con el momento en el que Felipe II comenzaba su etapa como rey de Portugal (Montañés 2022: 124-125). Se concocen hasta ocho cartas de la santa en las que da las gracias a Luis Manrique por su papel determinante para que el proceso acabara bien (Montañés 2022: 124).

 

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Escudos de los Carmelitas Calzados (i) y Descalzos (diferenciados en la Cruz).

 

De hecho, el primer convento de la nueva orden descalza, más allá de Castilla, fue el fundado en Lisboa. El 3 de marzo de 1581 se celebra en Alcalá de Henares, el primer capítulo general escogiendo como provincial a Jerónimo Gracián. El 1 de octubre Felipe I de Portugal recibía en el Pazo de Riberia a fray Ambrosio Mariano y a siete religiosos que vinieron a fundar el nuevo monasterio: San Felipe, en la zona de Pampulha de Lisboa (Loureiro 2015: 23).

Luis Manrique regresó a Madrid en el verano de 1582, por lo que las fechas de los dos cálices limosneros de 1581 y 1582 casan perfectamente con su presencia en territorio portugués.

 

 

 

 

REFERENCIAS:

CODOIN, Documentos inéditos para la Historia de España, Tomo XL. Madrid 1862, página 381.

 

DE SIGÜENZA, Fray José (2010). La fundación del monasterio de El Escorial. CMC Editor. Valencia 2010. Discurso IX.

 

GRANCHO, Nuno Cruz (2102). «A prataria religiosa espanhola em Portugal como veículo de mensagem: 1580-1640». Revista de Artes Decorativas. N. 6, p. 13.

 

LOUREIRO, José João (2015). «Cronologia da ordem dos carmelitas descalços em portugal (1581 - 2016)». A Reforma Teresiana em Portugal. Congreso Internacional. V Centanário do Nascimiento de Santa Teresa de Jesus – 1515 -2015.

 

MARGAÇA VEIGA, Carlos José (2019). Cálice oferecido por Filipe II aos carmelitas descalços. Studia Carmelita, Revista da Comissão de Estudos Históricos e Património Cultural da Ordem dos Carmelitas Descalços. Núm. 1, pp. 53 a 63.  

 

MARTÍN, Fernando A (1979). «Cálices limosneros. Capilla de Palacio y Monasterios de la Encarnación (Madrid) y de El Escorial». A Reales Sitios: revista del patrimonio Nacional. N. 62, págs. 12-16.

 

MARTÍNEZ MILLÁN, José; FERNÁNDEZ CONTI, Santiago, dir. (2005). La Monarquía de Felipe II: La Casa del Rey. Madrid: Fundación MAPFRE, vol. 2.

 

MONTAÑÉS BERMÚDEZ, José Ángel (2002). 'Luis Manrique de Lara, cura de Riópar y Villapalacios, capellán de Carlos V y Limosnero Mayor de Felipe II'. En II Congreso de Historia de Albacete. V. III. Edad Moderna. Págs 93-109. Inst. de Estudios Albacetences. Albacete.

 

---- (2022). Entre espadas y crucifijos. Cuatro personajes de la España del siglo XVI vinculados con Villapalacios (Albacete). Rodrigo Manrique, Jerónimo de Aliaga, Luis Manrique y Francisco Pascual (Hermano Francisco del Niño Jesús). Cuadernos de Historia de Villapalacios I. Barcelona – Villapalacios (Albacete).

 

PÉREZ GRANDE, Margarita (2004). «Las piezas de platería del Ayuntamiento de Toledo», Archivo Secreto, n. 2. Págs. 118 a 146. La autora repasa todas las obras atribuidas al orfebre Babia, pp. 137 a 141.

 

VALENTE, Paulo ; GOULART, Artur, coord. (2009). Arte Sacra nos Concelhos de Elvas, Monforte e Sousel. Inventário Artístico da Arquidiocese de Évora. Évora: Fundação Eugénio de Almeida, pp. 68-69. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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